ESPÍA EN WASHINGTON DC

¿Red Sparrow? Butina "empleaba el sexo para alcanzar sus objetivos"

Mariia Butina, presunta espía rusa, empleaba el sexo para alcanzar sus objetivos. Pero queda la duda: ¿sacrifican a una joven para vengarse de Donald Trump, quien mantiene una notable cercanía con Vladímir Putin para horror de los que ganan/ganaron dinero con la Guerra Fría y mantienen un oneroso sistema de alerta permanente? El tema obliga a recordar el largometraje reciente 'Red Sparrow'.

Dominika Egorova (Jennifer Lawrence) es una bailarina del Bolshoi que, tras una fractura en su pierna izquierda, se ve obligada a retirarse del mundo de la danza. Sin dinero es forzada por su tío, jerarca de la inteligencia rusa, a integrarse a un programa ultrasecreto de la KGB llamado Gorrión Rojo, donde se aprende el arte del espionaje utilizando el sexo como sistema eficaz para sacar información a los informadores enemigos. "Red Sparrow" u "Operación Red Sparrow" es una película estadounidense de 2018, basada en la novela del mismo nombre de Jason Matthews, de 2013, que provoca recomendarla ahora que apareció el 'caso Mariia Butina'.


La historia real de Mariia Butina podría encajar a la perfección con un guion cinematográfico sobre la vida oculta de una agente secreta en la capital estadounidense.

“No solo tiene lazos profundos con su país sino que trabaja de parte del Gobierno ruso”, se lee en un nuevo documento de la Fiscalía estadounidense, difundido durante una vista, en la que la juez que lleva el caso decidió mantener en prisión preventiva sin fianza a Butina ante el riesgo de fuga.

Los fiscales describen a la joven como una “agente extranjera” que estaba “en contacto con oficiales que se cree son operativos de inteligencia rusos”.

Por ejemplo, mientras era vigilada por el FBI, cenó en marzo con un diplomático ruso que unos meses después fue expulsado de USA al ser considerado un posible espía.

Activista por los derechos de las armas y sospechosa de haber estado espiando para Rusia en los últimos 4 años, ella utilizó el sexo y el engaño para influir en sus conexiones, mayoritariamente en el círculo conservador de Estados Unidos y en figuras poderosas de la Asociación Nacional del Rifle (NRA en sus siglas en inglés), según revelaron los fiscales federales estadounidenses.

La recién graduada en un máster de Servicios Internacionales en la Universidad Americana de Washington, es una ciudadana rusa de una larga melena pelirroja, que se declaró no culpable de un delito de conspiración contra USA y de ser una agente encubierta para una potencia extranjera, aunque fue enviada a prisión preventiva sin fianza.

La imputada escuchó en primera persona el relato de la acusación vestida con el clásico mono naranja carcelario y una inquietud que disimulaba su frío rostro pero no sus manos, que no pararon de juguetear con un bolígrafo de color aguamarina.

En la argumentación del caso, que captó la atención del centenar de periodistas que asistió, el Gobierno logró sensibilizar a la jueza de sus temores ante una potencial huida de Butina, que se enfrenta a una pena de entre diez y quince años de prisión.

De acuerdo a un memorándum presentado por el Departamento de Justicia, la presunta espía rusa había tejido una red de influyentes contactos en Estados Unidos para beneficiar al Kremlin, una tarea por la que inició una relación sentimental con uno de sus contactos estadounidenses, con quien vivía.

Los investigadores constataron que el romance era solo un trámite dentro de la supuesta operación de Butina, quien en intercambios de mensajes con otros sujetos había hablado su desidia por tener que vivir con esa persona, contexto en el que la imputada llegó a ofrecer los citados servicios sexuales a otro individuo a cambio de un puesto en una organización con influencia. De este documento también se extrae que la acusada comenzó a hablar desde Rusia con este estadounidense en 2013.

Butina había empezado sus labores en territorio ruso, pero en agosto de 2016 se mudó a Washington con un visado de estudiante, presuntamente solicitada como parte del entramado del Kremlin, momento en el que las autoridades de Estados Unidos comenzaron a seguirle la pista.

Antes y después de entrar en terreno norteamericano, Butina, que supuestamente trabajaba para el alto funcionario ruso cercano a Putin, Alexander Torshin, tejió una red de contactos influyentes en la política estadounidense que le llevaron hasta el más poderoso “lobby” de las armas, la Asociación Nacional del Rifle, ante la que se presentó como una activista rusa en defensa del derecho a portar estos artilugios. La NRA es el principal grupo de presión en favor de los derechos de posesión de armas y uno de los más importantes en la política del Partido Republicano.

Butina puede verse posando en imágenes con la directiva de este grupo de presión y con el Partido Republicano -del que forma parte Trump- con quienes buscó establecer canales de comunicación informales con vistas a las elecciones presidenciales de 2016, según la acusación.

En el mundo de las convenciones conservadoras, Butina destacaba de entre la multitud dominada por hombres mayores, joven, alta y, según dos activistas por los derechos de las armas que la conocían, bastante coqueta.

El fundador de la Fundación de la Segunda Enmienda comentaba esta semana a The Guardian que Butina era un personaje inusual: asertivo, incluso agresivo y decidido a convertirse en el centro de atención. “Sabía cómo usar su juventud y belleza para asegurarse de que estar en el centro de la conversación”, dijo Alan Gottlieb al medio británico.

Los resultados de las investigaciones, narró el Gobierno, recogen que la detenida mantuvo vínculos con supuestos agentes de inteligencia rusos y con oligarcas conectados con la Presidencia del Kremlin.
Durante la audiencia, el equipo legal del Ejecutivo mostró una imagen de Butina en la que se la veía en un restaurante con un presunto espía ruso. La acusación aseguró que la mujer también tenía los contactos de personas que, según los investigadores, eran empleados de los Servicios Federales de Seguridad de Rusia (o FSB, la agencia de inteligencia sucesora de la KGB)

En 2015, durante un mitin en Nevada, Butina preguntó desde el público al entonces candidato a la nominación republicana Donald Trump sobre su posición respecto a las relaciones con el Kremlin, a lo que el magnate auguró que se “llevaría bien con Putin”.

La detención de Butina estalló mientras Trump y su homólogo, Vladimir Putin, mantenían su primera cumbre bilateral en Helsinki este lunes. La coincidencia de los hechos ha levantado las críticas del Kremlin que tacha de “encargo político” el arresto de la estudiante rusa.

Este jueves se ha conocido que funcionarios de la embajada rusa se reunirán con Butina por primera vez desde su arresto, y le brindarán “toda la ayuda necesaria”.

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