UNA CUESTIÓN DE SACIEDAD

Razones para siempre tostar el pan

En la década de los 80 las dietas que eran publicadas en diferentes revistas, recomendaban tostar el pan para perder más kilos durante el régimen alimenticio. Un consejo que por lo general no solía estar fundamentado. Lo cierto es que el tratamiento térmico del pan solo produce un cambio de la textura. Lógicamente, los ingredientes siguen siendo, a fin de cuentas los mimos, al igual que los nutrientes, principalmente carbohidratos. Sin embargo, la modificación en el estado de un alimento sí puede ser útil cuando el propósito es el de reducir las cantidades consumidas, siendo este el caso del pan tostado.

En la década de los 80 las dietas que eran publicadas en diferentes revistas, recomendaban tostar el pan para perder más kilos durante el régimen alimenticio. Un consejo que por lo general no solía estar fundamentado.

Lo cierto es que el tratamiento térmico del pan solo produce un cambio de la textura. Lógicamente, los ingredientes siguen siendo, a fin de cuentas los mimos, al igual que los nutrientes, principalmente carbohidratos.

Considerando esto último, asegurar que el pan tostado engorda menos que el pan fresco es una premisa con falta de fundamento. ¿Entonces hay algún tipo de pan que no nos haga subir unos kilos de más?

La respuesta es: No. Sin embargo, la modificación en el estado de un alimento sí puede ser útil cuando el propósito es el de reducir las cantidades consumidas, siendo este el caso del pan tostado.

Saciedad, esta es la palabra clave que explica el por qué las tostadas sí pueden ser más útiles a la hora de adelgazar que el pan fresco.

Es importante señalar que cuando sometemos una rebanada de pan al calor, esta está perdiendo la mayor parte del agua, convirtiendo la suave miga en una corteza dorada y crujiente.

De cara a su consumo, su textura se vuelve más dura y el sabor se reduce en matices, lo que provoca que el pan tostado resulte menos apetecible que el fresco, sobre todo cuando no se acompaña con mermeladas, mantequilla o alguna de las cremas típicas a las que solemos recurrir para los desayunos.

A su vez, por su tosquedad, el pan tostado resulta más difícil de masticar, obstáculo que nos obliga a comer con más calma, favoreciendo el envío de señales cerebrales que indican que estás lleno, lo que frena el impulso de seguir comiendo.

Por otra parte, la superficie rugosa del pan tostado hace que la distribución de salsas, cremas o mermeladas sea una tarea más dificultosa, lo que ocasiona de manera inconsciente que utilicemos menos cantidades de estos ingredientes, que de paso, suelen ser especialmente elevados en azúcares, grasas y calorías.

En resumen, para aquellos individuos que optan por otras alternativas basadas en las sensaciones que el cuerpo transmite cuando comemos, el pequeño truco de consumir pan tostado puede ser una ayuda más para provocar antes la sensación de estar ahíto.

Cómo escoger el mejor pan 

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