CALCATERRA Y LOS OTROS

César y Dios (Los cuadernos de Centeno y la cuestión del aborto)

"Esta cuestión de la despenalización del aborto nos plantea a los católicos, dos cuestiones pendientes de resolución, que es la mujer y la sexualidad", afirma el autor en una columna harto interesante.

"(...) Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios»."
Mateo 22:21

 

Toda persona tiene un potencial ilimitado que se traduce en sus vocaciones por la cuales se canalizan sus diferente dimensiones.

La vocación es una suerte de inspiración o inclinación natural para uno o más oficios, tomando esta palabra en su más amplio significado.

La dimensión es más difícil de definir, es una suerte de faceta o rostro intimo de cada uno de nosotros.

Asi las personas tenemos dimensiones artísticas, religiosas, filosóficas, que sintetizaría en una palabra abarcativa, serian nuestras creencias.

Asi cada uno de nosotros vivimos y pensamos según nuestras creencias que se componen de diversos elementos que configuran la cultura de una época.

Entre estos variados elementos los hay de naturaleza filosófica, religiosa, ideológica y de naturaleza fáctica como son las experiencias.

La experiencia sin contenido cultural es vacía y las ideas sin experiencias son ciegas.

A este punto quería llegar mediante esta sumarísima introducción para exponer una primera visión de dos acontecimientos recientes que parecería impactaron de lleno en una gran parte de la sociedad y que en la otra parte fueron vistos como meras tácticas distractivas.

Estos acontecimientos fueron el debate sobre el aborto, que tuvo más de lucha que de discusión y los cuadernos del señor Centeno que podrían convertirse en un vulgar sainete.

Los cuadernos famosos documentan transporte de dinero, presuntamente espurio; mencionan nombre de personas reales, públicas que lo recibían entregado por personas privadas.

Hasta ahora y por lo que se sabe según información periodística, ese dinero sería entregado para financiar campañas políticas y partidos políticos en los términos de la Ley 26.215, como declaró en calidad de arrepentido, el Señor Ángelo Calcaterra. Pero también, como lo recogieron algunos medios, para agilizar pagos adeudados por el Estado. Estaríamos en el campo de la coima lisa y llana.

Es llamativo que esta ola de arrepentidos aparentemente habrían declarado en la misma línea, para que los pagos exigidos por los funcionarios públicos imputados, eludieran la figura del “cohecho” para convertirse en “aportes”, deducibles de ganancias en una proporción, una suerte de salarios no remunerativos…

Si esta “defensa” se llegara a concretar, los cuadernos del Sr. Centeno se convertirían en una mera tira cómica en la que los ciudadanos habríamos sido los “Fulgencios” de la historia, el personaje de Lino Palacio.

El arrepentido lo es de la comisión de un delito, no del pago de un “aporte” que a lo sumo podría ser una infracción electoral.

La estrategia defensiva de los empresarios imputados es de llevar la causa a los artículos 62 y siguientes de la ley que establece penas de multas para los “aportantes” y para los receptores, ya que la limitación del art. 15, inciso c) no los afectaría ya que se refiere solo a los partidos políticos. El inciso se refiere a las empresas que son concesionarias de servicios y obras públicas.

Tal como vemos, este tema que es exclusivamente del “César” podría terminar en la condena al pago de multas y quizás alguna suspensión de personería política de partidos que podrían fácilmente sustituirse por otros. Sería una forma habitual de nuestro “César de “hacer justicia”.

El otro acontecimiento fue el llamado debate sobre la despenalización del aborto que se convirtió en la creación de un supuesto derecho al aborto.

Mas que un debate se trató de una suerte de certamen agonal sustentado en una suerte de anecdotarios que le restaron mérito y sentido al trámite legislativo, que curiosamente nos adelantamos a calificarlo como histórico, como si hubiera sido un debate pletórico en sabiduría.

Se habló del derecho al “cuerpo de la mujer” tal como si alguien lo hubiera puesto en duda.

Se discutió si el aborto debería ser practicado dentro de un tiempo mínimo contado desde la concepción que no debería exceder las 14 semanas de embarazo, sin advertir que en el caso más favorable a los abortistas, se trataba cuando menos de una expectativa legitima de vida que ya es un derecho reconocido por la nación argentina al ratificar la Convención del Niño.

Se discutió sobre la práctica del aborto clandestino y sus riesgos ciertos confundiendo esta cuestión con un tema de salud pública. Precisamente la salud pública debe garantizar la vida y especialmente la expectativa cierta de vida que se materializa con el nacimiento que es un derecho de una existencia débil y sin defensa posible.

Para abreviar me referiré a la dimensión religiosa introducida en el debate con evidente mala fe, como lo hizo el Dr. Ginés Gonzalez Garcia que descalificó a un defensor de la vida del ser concebido, en estado embrionario, por tratarse de un pastor o un cura.

Quienes somos creyentes no podemos dejar de lado las creencias religiosas cuando estas cuentan además con respaldo científico.

Esto no significa dejar de reconocer los grandes pecados de los católicos cometidos como “iglesia”, sobran los hechos históricos que asi lo acreditan, sobran los hechos contemporáneos y continuarán en el futuro ya que la “iglesia” como tal, al estar conformada por personas, es una institución débil, expuesta a lo mejor y lo peor del cada uno de nosotros, los cristianos, y a caer en errores.

No debemos ser tomados como ejemplo de perfección humana.

Los cristianos no somos perfectos y no se pueden exhibir nuestras debilidades como hipocresías, somos asi, como son los que no creen, como son los agnósticos y los ateos.

Defender la vida desde su concepción no es ser dogmático y quizás el debate fracasó porque no partimos de esa realidad.

Esto no quiere decir que, personalmente esté totalmente de acuerdo con la despenalización del aborto por parte de la víctima, es decir la mujer.

La mujer sabe y siente que tiene un ser en su seno. La mujer sabe que ese ser fue concebido con la participación de otra persona que tiene derecho para opinar sobre lo que llamo esa “expectativa de vida” y, finalmente, la mujer si decide abortar, con o sin consentimiento del “padre” es para eliminar esa expectativa de vida.

Estas cuestiones de la cuestión del aborto, no han merecido trato y consideración alguna.

Recuerdo que días pasados escuché a una persona diciendo que el “síndrome de Down” estaba disminuyendo en los países desarrollados (sic) merced a los abortos, como si se tratara de seres inferiores y mérito del progreso científico. Grosero agravio a la vida.

La potencialidad de esas personas es aún desconocida, pero se sabe que son portadores de virtudes y capacidades de las que muchos de nosotros carecemos y que además cada día escasean más.

Esta cuestión de la despenalización del aborto nos plantea a los católicos, dos cuestiones pendientes de resolución, que es la mujer y la sexualidad.

No olvidemos que según el Génesis, Eva cedió a la tentación de conocer la diferencia entre el bien y el mal y luego tentó al hombre...

El pecado en la interpretación está dado porque quien hizo lo indebido, no fue ni la mujer ni el hombre, fue nuestra naturaleza humana.

Como vemos el tratamiento de esta cuestión es tanto del Cesar como de Dios, lo que puede ocurrir es que a los católicos nos falte la convicción propia para convencer a los otros, como Tomas que tuvo que ver para creer, ya que el discurso de los otros apósteles no había sido suficiente...

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