TEORÍA

Ponen en duda que los médicos victorianos masturbaran a sus pacientes "histéricas"

El médico de la Antigua Grecia, Areteo de Capadocia, creía que una manera de controlar al útero -que era propenso a salir de paseo y estrangular a la mujer desde el interior- era aplicar aceites sobre y alrededor del clítoris con movimientos vigorosos. Durante la Era Victoriana, las mujeres consideradas histéricas -una condición médica que hoy se sabe, es un mito- eran curadas mediante la estimulación del clítoris a manos de sus doctores, planteó la historiadora Rachel Maines. Cansados del trabajo manual, inventaron el vibrador. No era algo considerado sexual, ya que se suponía que las mujeres no podían sentir deseo sexual: era el simple tratamiento de una condición médica. Sin embargo ahora todo el trabajo de Maines, que inspiró la película 'Histeria', ha sido cuestionado. "El masaje manual de los genitales femeninos nunca fue un tratamiento médico de rutina para la histeria", dice el contra-paper. "Las historias de vibradores venden", opinó una profesora que cuestionó el uso de las fuentes griegas y latinas en el trabajo de Maine.

La "histeria", una hinchazón del útero

En su traducción literal, la palabra histeria quiere decir 'fuera del útero'.

Durante siglos, explica The Reader, la histeria era considerada una enfermedad del útero -y por lo tanto, propia de la mujer-, que causaba transtorno en el comportamiento psicológico.

Así como el término 'histerectomía' refiere a la extracción del útero, la histeria significaba una enfermedad asociada al útero.

Entre los síntomas registrados por médicos que van desde Hipócrates hasta tiempos más recientes, las mujeres consideradas histéricas mostraban irritabilidad, ansiedad, insomnio, nervios, sensación de pesadez en el abdomen y fantasías eróticas.

En ese entonces, los médicos creían que la raíz del malestar era una hinchazón del útero.

En la actualidad ha quedado totalmente descartada esta postura sobre la histeria, considerándose que no tiene relación alguna con el útero y que no es entidad exclusiva de las mujeres. La Asociación Americana de Psiquiatría declaró que la histeria femenina no era una enfermedad, sino un mito.

Sin embargo, debido a que los mitos de género están profundamente arraigados en el insconsciente colectivo, algunas frases y lugares comunes sobreviven en nuestro léxico, como documento vivo de que esta idea -ya caduca- alguna vez fue considerada una verdad irrefutable. Entre los ejemplos está el mito de que una mujer que tiene mal humor es porque no tiene sexo.

La "cura": un masaje de clítoris

En la época de Hipócrates, se creía que el útero era un órgano móvil, que deambula por el cuerpo de la mujer, causando enfermedades a la víctima cuando llega al pecho. A este desplazamiento se le atribuían los trastornos sintomáticos, esto es, la sofocación o las convulsiones, explica Wikipedia.

Si la histeria era una enfermedad del útero por hinchazón, la cura estaba en una contracción del mismo. Y esto se lograba mediante la estimulación clitoriana, publicó la historiadora y científica de la Universidad de Cornell, Rachel Maines, en su libro de 1999, 'La tecnología del orgasmo'.

"Está entre las historias más deliciosamente escandalosas de la historia de la medicina: en el pico de la Era Victoriana, los doctores trataban a sus pacientes femeninas regularmente estimulándolas hasta el orgasmo", explica The Atlantic.

Maines argumenta que el masaje del clítoris fue utilizado como una técnica médica durante siglos, desde los días de Hipócrates hasta la modernidad. Pero no había nada sexual en ello. O al menos no era considerado algo sexual.

Incluso, aduce, la invención del vibrador fue producto del hartazgo de los médicos de tanto masturbar a sus pacientes femeninas, o una manera de procurar masturbarlas mejor.

"Este tratamiento masivo -una cura para la condición médica de 'la histeria', hoy difunta- era posible gracias a una nueva tecnología: el vibrador. Los vibradores permitían a los médicos masajear el clítoris de las mujeres de manera rápida y eficiente, sin cansar sus manos y muñecas", explica The Atlantic en relación a la teoría de Maines.

La obra de Maines, que rompió esquemas, inspiró la película 'Histeria', que cuenta la historia de Joseph Mortimer Granville, un doctor que "con las articulaciones dactilares destrozadas por la incesante cantidad de tratamientos que llevaba adelante", desarrolló "el diseño del primer vibrador eléctrico a comienzos de 1880", según lo describe el blog ElEspejoGótico.

Sin embargo, nuevos estudios han puesto en cuestión el trabajo de Maines.

La teoría de Maines: El "paroxismo histérico"

"En la época victoriana se suponía que las mujeres no podían sentir deseo sexual, así que la histeria se convirtió en una enfermedad completamente separada del sexo. Incluso renombraron el orgasmo: si una mujer se sonrojaba y se sentía feliz con su masaje pélvico, se decía que había experimentado un 'paroxismo histérico'", explica Bethy Squires del portal Vice.

El "paroxismo histérico", literalmente, una contracción del útero, era el único alivio conocido para las mujeres histéricas, que las podía dejar relajadas y serenas, explica The Reader. En otras palabras, se trataba de un orgasmo. "La histeria era la enfermedad. El orgasmo era la cura", explica The Reader.

Según Maines, los médicos se escudaban en "la reconfortante creencia de que solo la penetración podía ser sexualmente estimulante para las mujeres. Por lo tanto el espéculo y el tampón fueron originalmente más controvertidos en los círculos médicos que el vibrador", explica Vice.

"Si una mujer deseaba que le estimularan el clítoris, estaba claramente enferma y padecía 'histeria', o al menos eso decía la teoría. Y la única cura era estimular ese clítoris hasta que ya no quisiera que se lo estimularan más", apunta el portal.

Areteo de Capodocia: El útero, un "animal dentro de otro animal"

Pero la estimulación del clítoris no habría comenzado en la Era Victoriana: "El médico de la Antigua Grecia Areteo de Capadocia denominó al útero 'un animal dentro de otro animal'. Su teoría era que el útero, si se dejaba a su libre albedrío, era propenso a salir de paseo y estrangular a la mujer desde el interior, así que necesitaba ser atraído de nuevo hacia su lugar con aceites de olor dulce. Resulta que esos aceites se aplicaban sobre y alrededor del clítoris con movimientos vigorosos, lo que con toda probabilidad provocaba un efecto altamente restaurador en la mujer", explica Vice.

En 1913, el médico británico Havelock Ellis, escribió una obra titulada The Sexual Impulse in Women (El impulso sexual en las mujeres), en la que calculaba que aproximadamente el 75% de las mujeres sufría de "histeria", una enfermedad cuyos síntomas abarcaban desde cefaleas hasta ataques epilépticos o lenguaje soez. Casi cualquier comportamiento que mostrara una mujer podía considerarse histeria y la cura número uno ―desde la invención de esa enfermedad en la Antigua Grecia― era el masaje pélvico, apunta Vice.

Refutación al trabajo de Maines: "Las historias de vibradores venden"

En un nuevo paper, Hallie Lieberman y Eric Schatzberg, del Instituto Georgia de Tecnología, cuestionan el trabajo de Maines: creen que carece de rigor científico y podría contener falsedades.

No hay evidencia en abolsuto de que los doctores victorianos utilizaban vibradores para estimular orgasmo en las mujeres como una técnica médica, plantea el paper. "El masaje manual de los genitales femeninos", escriben, "nunca fue un tratamiento médico de rutina para la histeria".

Según Lieberman y Schatzberg, hay poca evidencia de que el orgasmo fuese entendido por muchos como una cura a la histeria femenina, y hay aún menos evidencia de que los victorianos usaran vibradores para inducir el orgasmo como una técnica médica.

"Maines no cita a una sola fuente que describa abiertamente el uso del vibrador para masajear el área del clítoris", argumentan. "Ninguna de sus fuentes de habla inglesa menciona siquiera la producción de 'paroxismos' a través del masaje ni nada parecido que pudiese sugerir remotamente el orgasmo."

En entrevistas, explica The Atlantic, Maines ha dicho que el argumento de su libro 'La tecnología del orgasmo' es sólo una hipótesis. "Nunca proclamé tener evidencia de que este fuera realmente el caso", dijo. Sino que sólo lo sugirió como una hipótesis.

The Atlantic destaca que en la redacción de su trabajo original, el tono dista de ser hipotético: "En la tradición médica occidental, el masaje genital para el orgasmo, a cargo de un médico o de una comadrona, era un tratamiento estándar para la histeria", escribió, por ejemplo, en las primeras páginas del libro.

Según Lieberman, todo el episodio ilustra la tendencia de la academia al sesgo de confirmación. El trabajo de Maines, apunta Lieberman, "era salaz, sexy, sonaba pornográfico. Encajaba con nuestra creencia de que los victorianos no teían tanta educación o conocimiento sobre sexo como nosotros - y esta idea de que progresivamente nos vamos volviendo más ilustrados sobre el sexo, y que la historia sigue esta narrativa de progreso en progreso."

"La gente quería escuchar esta historia", dijo Helen King, profesora de clásicos en la Universidad Abierta del Reino Unido, quien en 2011 ya había escrito una refutación del uso de las fuentes griegas y latinas en el trabajo de Maine. King cree que Maine "distorsionó de manera deliberada" la traducción de los textos antiguos que cita. "Las historias de vibradores venden", dijo King a the Atlantic.

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