Es difícil no perder la cabeza ante acontecimientos que estremecen. Sin embargo, hay personas que son capaces de mantener la calma y la serenidad ante las adversidades, a estas se les denomina “emocionalmente equilibradas”.
Los que no responden a estas características –sea de paso una gran cantidad- suelen desbordare y por lo general no ven la luz en sus días, porque creen que no están preparados para responder ante los acontecimientos que se les presentan.
Aunque parezca difícil, lograr el equilibrio emocional no es un trabajo duro. Sabemos que los humanos no somos iguales, y algunas tareas tardan más en unos que en otros, pero en este tema solo es necesario hacer cambios a lo interno.
Dichos cambios nos ayudará a aceptar y controlar nuestras emociones de forma más eficaz. Para profundizar en esto, veamos cuáles son los 5 hábitos que las personas emocionamente equilibradas mantienen y que los que no tenemos ese tipo de estabilidad deberíamos copiar.
1 En lugar de reaccionar, ellos responden
Las personas emocionalmente equilibradas se paran un momento a pensar y a controlar el torbellino de emociones que se ha desencadenado en su interior. De esta forma, consiguen desconectarse y tomar perspectiva de la situación, lo que favorece una respuesta adecuada que es menos intensa y acertada que el impulso de una reacción emocional inicial.
Si tras haberte enfrentado a una situación o una persona te sientes mal, significa que has reaccionado a tus emociones, lo que es radicalmente diferente a responder a ellas. Responder a tus emociones te hará sentir que manejaste la situación desde la integridad y el respeto.
2 Honran la realidad de lo que sienten
Por lo general cuando un acontecimiento negativo toca nuestras vidas tendemos a sentir tristeza, es normal, debe ser así. Entonces, por qué luchar contra el dolor de un divorcio, la pérdida del empleo o la muerte de un familiar.
Precisamente las personas emocionalmente equilibradas no luchan contra sus emociones, sino se mantienen a su lado escuchándolas. Es decir, comprenden que cómo se sienten forma parte de los acontecimientos y que la tristeza cumple su función. Por esto, dejan de sus pensamientos fluyan y desanuden sus emociones. Esta forma de manejar el interior de uno mismo facilita que una persona no se vea atrapada por sus emociones y que estas no frenen su futuro o destrocen su pasado.
3 Miran hacia adentro y se compadecen
Este tipo de personas hacen algo que la mayoría de los humanos no hacemos, o al menos no nos tomamos en serio: Reflexionan sobre lo que de verdad les hace sentir bien y sobre cómo pueden generar pequeños placeres de forma constante.
Pues sí, hacer una gran lista de todas las cosas que nos hacen sentir bien es un gran acto de amor hacia uno mismo. Por supuesto, no sirve de nada hacer esta lista para luego no ponerla en práctica, por lo que al menos debemos de llevar a cabo una de esas acciones al día.
4 Se mueven y despejan su mente
Cuando nos sentimos tristes, estresados o ansiosos no conseguimos salir de nuestra cabeza y la vorágine de sentimientos que se nos viene encima. Una forma de volver a conectar con nosotros mismo es el movimiento.
Movernos y estar activos facilita la toma de perspectiva, agita nuestros nervios y nos hace sentir vivos. Es algo a lo que no estamos acostumbrados y que probablemente nos haga sentir raros, pero bailar al son de nuestra música favorita es una gran forma de cuidar nuestro bienestar emocional.
5 La gratitud está a la orden del día
Agradecer y practicas la gratitud, en lo más mínimo, está y es un requisito indispensable en el día a día. Es una práctica tremendamente beneficiosa para el equilibrio emocional, ya que es una forma de entrenar nuestro positivismo y el aprendizaje de cada situación.
Para cultivar la gratitud, podemos tratar de compartir con las personas que nos rodean tres cosas de las que estemos agradecidos cada día. Simplemente consiste en traer a nuestra mente aspectos positivos de nuestro día a día para darnos cuenta de que hay cosas que nos hacen sentir verdaderamente bien.