LOS ESTRAGOS DE LA INFLACIÓN

Chau salarial a la canasta familiar y la torta del ingreso

Los 12,2 millones de asalariados registrados, o sea los que tributan al sistema previsional, pierden como en la guerra contra la inflación que el propio gobierno ha venido fogoneando con los tarifazos y el sobreendeudamiento desde el comienzo mismo de la gestión y la crisis cambiaria potenció. No sólo resignan poder adquisitivo, sino que pierden participación en la puja distributiva, lo cual torna más desigual la política de ingresos. En 2 años y medio, las tres cuartas partes de los argentinos, que conforman la clase trabajadora, ya llevaba cedidos casi 7 puntos de la porción que le toca en la torta nacional: retrocedió al 45,2%, con lo que acaba de ser superada por el 45,9% alcanzado por los patronos, que apenas representan el 4% de la población. El resto se reparte entre un 21% de cuentapropistas, entre formales e informales, que atraviesan transversalmente esa división. La erosión en los sueldos y la precariedad laboral que caracterizan al gobierno alejan a nuestros asalariados del 60% del ingreso que detentan los países desarrollados y los equiparan con los brasileños, pero siguen aún más altos que en el resto de la región, inclusive de México, al que aún aventaja por 10 puntos. Si se disipara la nube de la inflación, se vería que la Administración Macri aborda este tramo recesivo del ajuste fiscal acordado con el FMI con una mejora en la competitividad cambiaria y de la mano de obra, sin haber encarado una reforma laboral, pero al interesar directamente la recaudación previsional, abre aún más la grieta para el financiamiento genuino del régimen jubilatorio.

La inflación, en pleno ajuste recesivo, decididamente ya vuelca en favor del empleador la antigua puja distributiva. Pero además transfiere ingresos desde los hogares a los accionistas de las empresas energéticas. Y, en la práctica, avanza por afuera en las reformas laboral y previsional en desmedro de las conquistas sociales que el Congreso nunca terminó de abordar.  

El INdEC certificó el resultado de la primera mitad del año, o sea sin la nueva corrida cambiaria de agosto, en la denominada Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra, donde consta que, a pesar de que crecieron los puestos de trabajo respecto de 2017, la plantilla de remuneraciones descendió del 48,1% al 45,2% mientras que las sociedades, que estaban en el 43,6% hace un año, las traspasaron, al llegar al 45,9%.

El guarismo deja en claro quiénes ganan y quiénes pierden con este mecanismo perpetuo de cambio de precios relativos que, desde los tarifazos con los que prácticamente se inició la gestión de Cambiemos, el propio gobierno como regulador no cesó de impulsar.

Las devaluaciones noquearon a las paritarias desde mediados de año: ya se encontraban contenidas después de haber ido desplazando el tope inicial del 15% al 25%, pero no habían acabado de acomodarse cuando el IPC anualizado saltó al 45%.

La dirigencia sindical no parece haberse percatado aún del verdadero sentido de la famosa frase de Juan Domingo Perón: “los salarios suben por la escalera y los precios por ascensor”, ya que era una exhortación a velar por la estabilidad del poder adquisitivo, antes que anotar al trabajador en engañosas carreras de aumentos que están perdidas de antemano.

Los pronósticos acerca del salario real no bajan de un desplome del 10% hacia fin de año, lo cual hará resignar, además de capacidad de compra, una mayor participación aún en la ya diezmada torta de los ingresos en beneficio de las patronales, no sólo de las privadas sino también de las estatales.

El PBI entró en un empinado tobogán en el 2do semestre, que lo hará acumular 2,8% de retroceso, según el último cálculo de CEPAL, pero pasando en limpio la estructura laboral en julio de 2018, compuesta por aproximadamente 12,2 millones de trabajadores registrados entre sector privado, público y casas particulares, según estimación del Ministerio de Producción y Trabajo, se arriba al nuevo ciclo con 1.500 de baja neta, a la vez que con 6.100 monotributistas y autónomos más.

En un año, la tendencia a la precarización del empleo queda más expuesta, ya que arroja que se agregaron 37.800 asalariados frente a 60.000 independientes.

La mala noticia para el deficitario régimen previsional es que se incrementó el porcentaje de los que no aportan a jubilación del 33,8 al 34,3% de la masa general.

La recaudación de ANSES se resentirá, asimismo, por el mayor peso de cuentapropistas y subocupados en una estructura laboral donde los desocupados pasaron a representar del 8,7% en esa parte del año pasado al 9,6%, un poco por los despidos pero también en gran parte porque más gente salió infructuosamente a buscar trabajo porque no les alcanza el dinero, como queda demostrado en el leve repunte que tuvieron las tasas de empleo y de actividad.

Si bien la última medición no refleja que se hayan perdido puestos de trabajo respecto del año pasado, sino todo lo contrario, confirma el retroceso de los salarios pero por tocarles menos en el reparto.

En ese lapso, los no asalariados crecieron 3 veces más, con lo que quedaron en 10,7%, con un nivel muy alto de cuentapropistas en comparación con los países desarrollados.

Oscuro panorama

Las perspectivas que presentan las patronales para el último trimestre de este año no son alentadoras ni para la ocupación de mano de obra formal ni para la recuperación del salario, en un contexto de alta inflación que seguirá erosionando el poder adquisitivo de las remuneraciones y, por ende, el consumo.

Agrava la situación que todos los rubros vinculados a la construcción, que traccionaban a la industria, hayan mostrado 3 meses consecutivos de caída de minerales no metálicos, dada la caída futura de la obra pública por el plan Déficit Cero y la expectativa de que la obra privada no está creciendo mucho

En agosto, retrocedieron 9 de las 12 ramas industriales que analiza la UIA, con la cadena textil-indumentaria (-17%) como la de peor comportamiento. Químico y petroquímico fue otros de los rubros que más sintieron el parate, -12,6%.

La merma en la construcción y la maquinaria agrícola se tradujo en un -7,4% que tuvieron los minerales no metálicos y -6,3% metalmecánica, respectivamente. Edición e impresión perdió -4,8%) y alimentación -4,9%, que podría haber sido mucho peor si aceites no hubiera contrarrestado la malaria general.

Los que anduvieron mejor en agosto, como la industria automotriz (con una manito de Brasil), metales básicos gracias al acero y el aluminio excluidos de las sanciones de USA y papel y cartón por más producción de embalajes y tissue, no dan garantías de repetir las performances en lo que resta del año.

BAE Negocios reproduce una opinión fabril calificada que no brinda demasiados atenuantes al tornado productivo que siguió a la tormenta cambiaria: el sector automotor creció en agosto "gracias a la tracción de Brasil y algo por mercado interno", pero "en septiembre ya presenta una baja del 20% que es bastante relevante; por lo tanto el mes que viene será peor por el escenario de base que se toma".

En el caso de papel y cartón el ascenso tuvo una "base de comparación baja, por lo que no se trata de un gran síntoma".

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