QUÉ MALHUMOR SOCIAL NI QUÉ 8 CUARTOS

Por malestar emocional, media encuesta se querría ir del país

La mayoría de la población no sólo ve afectado su bolsillo por el retroceso en sus ingresos provocado por la devaluación, traslado a precios y tarifazos que ya venían de antes, sino también esta crisis desatada con virulencia a partir de la 2da parte del año pegó de lleno en su estado de ánimo. A punto tal que 20% más de gente que el año pasado manifestó que querría irse a trabajar a otro país. Abarca a un universo superior a la mitad de los encuestados por el Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo 21 para elaborar un índice de bienestar emocional. Campean en las respuestas la disconformidad y la insatisfacción por la calidad de vida resultante mucho más que la pérdida de poder adquisitivo del salario propiamente dicha. Pero todo junto se potencia y repercute en las vidas personales y vuelven como boomerang al trabajo bajo la forma de sentirse cada vez menos comprometido en el 21,8% de los casos; en dudar que lo que se hace contribuya en algo interesante, en el 21,1%, y en admitir que una jornada laboral canse tanto que imposibilite realizar otra actividad.

La devaluación del poder adquisitivo de los ingresos y la inestabilidad laboral que acentuaron las corridas cambiarias, los traslados a precios y los insistentes tarifazos a partir de la 2da mitad del año dañaron a la mayoría de la población mucho más allá que en el aspecto puramente material: sembraron una incertidumbre e insatisfacción generalizadas de tal magnitud que se manifiesta bajo la forma de agresividad y desánimo.

No extrañó que ejecutivos de empresas extranjeras, quienes como sucedía con deportistas provenientes de ligas internacionales percibían sus haberes en moneda nacional con la paridad del dólar como referencia, empezaran a plantear en las casas matrices que querían retirarse del país ante la desvalorización de sus remuneraciones, ya que estas reacciones repetían las suscitadas por la crisis de fines del 2001.

Pero, en esta oportunidad, el malestar y el consecuente deseo de emigrar también se hicieron extensivos a argentinos disconformes e insatisfechos por la calidad de vida y la falta de perspectivas de mejoría en algún plazo.

Lo revela un Índice de bienestar emocional y estrés construido por el Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo 21 sobre la base de la opinión de más de 1000 personas de distintas partes del país en relación de dependencia según el cual 50,4% preferiría irse del país, y no tanto por el deterioro infligido por la inflación a su salario, sino por no sentirse bien en el trabajo, especialmente en la relación con su jefe en el 60% de los casos.

En apenas un año, la desazón invade a cada vez más gente: el 42,4% de los trabajadores consultados que se manifestaban satisfechos con su vida en 2017, descendió en 2018 al 34,3%; es decir que se sumó 20% más de contrariados.

Es una palpable demostración del error de lectura que hizo el oficialismo de la elección de medio término ganada hace exactamente un año, al creer que sería suficiente para reoxigenar las expectativas favorables al bienestar económico generadas al inicio de la gestión, en diciembre de 2015, cuando significaron apenas una prórroga a la coalición gobernante para que definiera un plan económico que contuviera rumbo cierto y creíble para la sociedad, con administración idónea. Jamás lo hubo, ni con el gradualismo, ni con la salida de las metas monetarias ni ahora con la intervención del FMI.

El equilibrio emocional ha pasado a primer plano en las ponderaciones, sobre todo para las nuevas generaciones, cuyo rango de edad se encuentra entre 25 y 40 años, inclusive por encima de la propia remuneración.

La consultora en RRHH Adecco Group, en su última compulsa, extrajo como conclusión que la principal motivación laboral sigue siendo el “gusto” por el trabajo, a punto tal que casi el 51% de los encuestados se inclinó por ese motor de satisfacción; el 42,3% priorizó la remuneración y otros beneficios adicionales al salario, en tanto que el 37% se inclinó por las posibilidades de desarrollo profesional.

Coincide esa priorización de la salud mental de las personas en las organizaciones para las que se desempeñan con un informe de la Federación Argentina de Empresas de Trabajo Temporario (FAETT), de acuerdo con el cual 7 de cada 10 consultoras de servicios eventuales del país, señalan como los factores más influyentes: buen ambiente de trabajo (70%), reconocimiento por parte de los superiores (20%) y buenas relaciones interpersonales (10%).

El reporte establece también que cuando un empleado se siente feliz en su ámbito de trabajo: es más productivo (50%), se compromete más con la organización (30%), está más motivado (10%) y afianza su sentido de pertenencia (10%), en contraste con el mal trato por parte de superiores (60%) y las deficientes relaciones interpersonales (40%).  

Las capacidades y aptitudes más promovidas a partir de esta orientación son: la flexibilidad (50%), el optimismo (30%) y la adaptación (20%).

Asimismo, la investigación realizada por la Universidad Siglo 21 llega a la conclusión de que la cuestión salarial no es una motivación determinante, y que, de hecho, las variables que impactan negativamente y a la vez las que más valoran son: los niveles de satisfacción, la dedicación y el orgullo del trabajo, como también la aceptación con los recursos laborales que tienen y hasta la valoración que perciben por parte de la organización.

De modo que así como la motivación es fundamental para el bienestar, un factor clave serían los niveles de felicidad y satisfacción de cada argentino.

Dos tercios de insatisfechos

El Índice de Bienestar Emocional y Estrés en trabajadores argentinos 2018 reveló que 1 de cada 3 trabajadores se encuentra satisfecho con su vida actual.

"Con frases como 'en general, estoy satisfecho con mi vida' y 'en la mayoría de los aspectos mi vida es como quisiera que sea', hubo una disminución en los valores promedios con respecto a años anteriores", comentó Leonardo Medrano, secretario de investigación del Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la casa de estudios.

Cuando algo no anda bien en la salud mental y emocional de las personas, los síntomas de malestar emocional, tales como dolor o tensión, que en 1 de cada 4 casos se experimentan la mayor parte de los días son de índole:

-emocional (25,4%),

-sentirse ansiosos (24,7%), c

-cansancio físico (19,3%),

-inquietud motora (18,7%),

-sensación de poco energía (16,6%),

-dificultades para concentrarse (11,8%) y

-dificultades para controlar la preocupación (10%).

En 1 de cada 3 trabajadores se presentan otros síntomas, como el de Burnout. "Este es un sentimiento muy claro, como el agotamiento, y otro al que deben prestar vital atención es al cinismo, cuando una persona siente que su propósito en el trabajo perdió todo tipo de sentido", enfatizó Medrano.

El relevamiento se llevó a cabo en distintas partes del país. La Ciudad de Buenos Aires, Comodoro Rivadavia, Córdoba, Corrientes, Mendoza, Rosario y San Miguel de Tucumán fueron las elegidas para realizar la investigación y comparar los niveles de estrés, motivación laboral y satisfacción con la vida.

Las provincias de Mendoza, Tucumán y la Ciudad de Buenos Aires presentan los mayores niveles de estrés, es decir, mayor agotamiento, cinismo por el trabajo y sintomatología emocional.

Por otro lado, los niveles más bajos de motivación laboral se observaron en Córdoba, Ciudad de Buenos Aires y Tucumán, mientras que Corrientes y Rosario se aprecian los mayores niveles de motivación. Respecto a la satisfacción con la vida, los niveles más bajos se encuentran en Córdoba, Ciudad de Buenos Aires y Tucumán.

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