¿ABUSO O INQUISICIÓN?

El oscuro episodio de Pablo Neruda con una mujer tamil cuando era cónsul en Ceilán

Quieren renombrar el aeropuerto de Chile en honor al poeta Pablo Neruda, pasaría a llamarse Aeropuerto Internacional Pablo Neruda. Sin embargo, saltaron algunas térmicas por un pasaje de sus memorias en que el autor relata cómo queda cautivado por la belleza de una mujer tamil de la casta de los parias, que limpiaba el inodoro de su bungalow, cuando en 1929 el autor estaba como cónsul en Ceilán. Intenta en vano seducirla y luego relata lo que parece ser un encuentro sexual sin consentimiento por parte de ella: "El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme." ¿Cometió Pablo Neruda una violación o un abuso, o hay una inquisición en su contra?

La decisión de renombrar el aeropuerto de Santiago de Chile, hoy llamado Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez, en honor al poeta Pablo Neruda (pasaría a llamarse Aeropuerto Internacional Pablo Neruda), encuentra una gran resistencia por parte de activistas de los derechos humanos en Chile, reviviendo una vieja polémica en torno al autor. La controversia surge porque en una de sus memorias, Neruda narra una supuesta violación a la empleada que limpiaba su baño cuando era cónsul en la isla de Ceilán, en el año 1929. Un hecho que evidentemente al momento de escribirlo, al escritor no le pareció algo vergonzoso o que debía permanecer ocultado. O quizás sí y aún así decidió contarlo. No lo sabemos.

Lo que es seguro es que por esa época todavía no había aparecido el movimiento #MeToo, que en los últimos tiempos ha puesto la lupa sobre distintas formas de acoso y abuso sexual que sufren las mujeres. Algunas personas consideran al movimiento reivindicatorio de los derechos de la mujer, otros dicen que es una caza de brujas, que se ha ido de las manos, que se ha vuelto una herramienta para ensuciar públicamente a una persona, acusándolo de hechos que no han sido probados por la justicia y son tomados por ciertos.

En el relato, Neruda cuenta cómo queda deslumbrado ante la belleza de una mujer de la raza tamil, de la casta de los parias, que venía todas las mañanas a limpiar su baño. Sin un lenguaje posible en el que poder comunicarse, Neruda relata que intenta seducirla dejándole regalos en su camino, pero ella permanecía impasible. Entonces un día simplemente la tomó y la llevó a su cama: “El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia”, relata Neruda.

Aquí, el texto completo:
“Mi solitario y aislado bungalow estaba lejos de toda urbanización. Cuando yo lo alquilé traté de saber en dónde se hallaba el excusado que no se veía por ninguna parte. En efecto, quedaba muy lejos de la ducha; hacia el fondo de la casa.

Lo examiné con curiosidad. Era una caja de madera con un agujero al centro, muy similar al artefacto que conocí en mi infancia campesina, en mi país. Pero los nuestros se situaban sobre un pozo profundo o sobre una corriente de agua. Aquí el depósito era un simple cubo de metal bajo el agujero redondo.

El cubo amanecía limpio cada día sin que yo me diera cuenta de cómo desaparecía su contenido.

Una mañana me había levantado más temprano que de costumbre. Me quedé asombrado mirando lo que pasaba. Entró por el fondo de la casa, como una estatua oscura que caminara, la mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán, de la raza tamil, de la casta de los parias. Iba vestida con un sari rojo y dorado, de la tela más burda. En los pies descalzos llevaba pesadas ajorcas. A cada lado de la nariz le brillaban dos puntitos rojos. Serían vidrios ordinarios, pero en ella parecían rubíes.

Se dirigió con paso solemne hacia el retrete, sin mirarme siquiera, sin darse por aludida de mi existencia, y desapareció con el sórdido receptáculo sobre la cabeza, alejándose con su paso de diosa. Era tan bella que a pesar de su humilde oficio me dejó preocupado. Como si se tratara de un animal huraño, llegado de la jungla, pertenecía a otra existencia, a un mundo separado. La llamé sin resultado.

Después alguna vez le dejé en su camino algún regalo, seda o fruta. Ella pasaba sin oír ni mirar. Aquel trayecto miserable había sido convertido por su oscura belleza en la obligatoria ceremonia de una reina indiferente.

Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia”.

Es complejo juzgar a personajes del pasado con los valores actuales. Es peligroso no tener en cuenta los contextos, los procesos históricos. Es peligroso agarrar un pasaje de un libro y tomarlo como prueba fehaciente de que algo sucedió, cuando la memoria y la literatura pueden distorsionar ciertos recuerdos, y el lenguaje es opaco.

Sin embargo, la periodista Carla Moreno Saldías, autora de la columna "Confieso que he violado", considera que hasta ahora, este capítulo de la vida de Neruda se había mantenido al margen del debate público porque no parece ser en realidad un asunto que pueda afectar su imagen. "Ni cuando el hecho ocurrió, ni cuando se publicó el libro, ni ahora. La sociedad finge que condena cosas como la violación y el femicidio, pero en realidad no lo hace. A los hombres se les enseña a vivir su sexualidad objetivando a las mujeres, y a las mujeres se nos enseña a ser buenos objetos. La violación o el femicidio no son más que el 'extremo' de esa lógica. Un hombre que viola es simplemente un macho al que 'se le pasó la mano', mientras estaba cumpliendo su deber de hombre. Un hombre que mata a su esposa, lo mismo", plantea Moreno Saldías, según el diario La Tercera.

Del otro lado de la vereda, el poeta chileno y director de la biblioteca y archivos de la Fundación Neruda, Darío Oses, dijo: "Es peligroso censurar a una autora o autor por calificaciones de machista, comunista, ateo o lo que sea, etiquetas que se ponen por sobre la calidad de su obra literaria. Si revisáramos la literatura universal, la mayor parte de los autores y autoras podrían ser sospechosos de machismo. Algunos/as, tal vez lo eran o lo son. En estos casos, promover una lectura crítica nos parece mucho más provechoso que ponerlos en el Index inquisitorial", apunta el diario La Tercera.

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