TOPETAZOS Y TARIFAZOS NADA INOCENTES

Otro 28D a puro Peña: que la inflación les valga

Luego de un arduo primer año de gestión, llegó el 28 de diciembre de 2016 y se consumaba la primera gran crisis de la Administración Macri, en la que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, tuvo decisivo protagonismo: el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, entregaba la posta de la recesión, inflación del 40%, caída del 6% del salario real y dólar a $16,08 a Nicolás Dujovne. 2017 estuvo signado por la elección de medio término que Cambiemos dramatizaba como crucial para la gobernabilidad, y la ciudadanía acompañó. Pero con las mieles del triunfo aún chorreando por las comisuras, la mesa chica de la economía que manejaba el propio Peña pegó el golpe de timón y desafió al mercado. Sin reparar en la Lebac dependencia, quebró el trade carry dejando escapar al dólar y soltó la pauta antiinflacionaria que el entonces presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, muñequeaba desde Reconquista 266. El titular de la JGM eligió el 28D para desautorizarlo y blanquear un estiramiento de la meta de inflación para llevarla al 15%, mientras metía las paritarias bajo ese tope. El IPC, que había cerrado el año en 23,5% saltó al doble este año, el dólar de los $19,82 que cotizaba en ese momento, araña hoy los $40, el PBI se desplomó y el país entró de nuevo en recesión. Así se llega al actual 28D y, con el Poder Ejecutivo de nuevo a cargo de Peña, se decide apurar los tarifazos de 2019 para alejar lo más posible el efecto del anuncio de la campaña electoral que él mismo coordina. También en este caso, virtualmente, como suma entre 4,5 y 5 puntos a la inflación de hecho aborta la meta del 23% que consta en el Presupuesto y sobre la cual dentro del propio gobierno intentan montar las paritarias. La suba del 40% en el transporte público le aporta 1,5% al IPC del 1er trimestre y la electricidad, 0,5%. El agua acumula 44% en 5 meses y el gas completa lo anterior con 10/15% en enero, y se hace presente en marzo con el nuevo ajuste: 35%. Nada se ha dicho aún sobre los combustibles. Llevan aumentado en 2018 un promedio del 60% en vísperas de Año Nuevo, pero los automovilistas metropolitanos igual abrieron el paraguas y hacen interminables colas en las estaciones de servicio para esperar los sucesos con el tanque lleno.

28D: el jefe de Gabinete, Marcos Peña, vuelve a quedar a cargo del Poder Ejecutivo, igual que los años anteriores, y ratifica que, haya sido consecuencia poselectoral en 2017 o preelectoral en 2018, la fecha valida dentro del calendario gubernamental de Cambiemos una inocencia no tan non sancta, ya que le hace soltar amarras a la inflación.

Transcurrieron apenas 365 días desde que se había montado un golpe escénico contra la estrategia antiinflacionaria que ejecutaba el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger.

El propósito de echarlo a la hoguera porque no respondía a los dictados de la mesa chica coordinada por el ex vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, y relanzar la gestión con una temeraria jugada para un país sobreendeudado e hiperdependiente de financiamiento:

-subir la inflación,

-bajar la tasa y

-recuperar el atraso del dólar, pero siempre con permanentes tarifazos y elevada presión tributaria como telón de fondo.

La lectura que hizo el círculo áulico macrista de lo mucho mejor que lo esperado le había ido a la coalición en el medio término de 2017 fue que le brindaría la oportunidad de encarrilar el rumbo económico hacia el crecimiento en el año previo al de una eventual reelección.  

Entorpecida por la sequía y el endurecimiento financiero externo, la jugada desbarrancó con los resultados conocidos: una vez que el Presidente llegó a admitir su gravedad, aseguró inclusive haber atravesado por el peor momento de su vida, contando como tal su secuestro.

Así y todo, preocupado porque no se le vuelva a escapar el dólar, se va de vacaciones y su gobierno tropieza con la misma piedra: adelanta la difusión del paquete de tarifazos en transporte y servicios públicos con el propósito de que el malhumor social resultante se concentre lo más lejos posible de la campaña electoral, que se inicia en junio.

Arranca el verano con aumentos entre el 17% para el agua y el 40% en subte, trenes y colectivos, más el 26% en las facturas de febrero de Edenor y Edesur. En abril sigue con el 35% en el gas, como antesala del invierno y regresa el agua en mayo con 27%. De ahí en más la idea es indexar el nivel alcanzado.

La señal que emite, en instantes en que el riesgo país bate récords, es que los tarifazos sumarán per se entre 4,5 y 5 puntos a la inflación, con lo cual en la práctica desacreditan la pauta del 23% contenida en el Presupuesto, el acuerdo con el FMI y en el tope paritario que intenta establecer el ministro de la Producción Dante Sica.

Los aumentos anunciados del 55% promedio en la luz y del 35% en el gas a partir de abril, indexado a octubre, se irán desgranando con fines electorales de mayor a menor, presuntamente para neutralizar el malhumor social.

En realidad estaban contemplados en el Presupuesto acordado con el FMI, ya que para conseguir el déficit primario 0 implican reducir subsidios por $1771 millones (de $6885 millones de 2018 a 5114 en 2019, de los cuales $2464 millones corresponden al gas y $2565 millones a la electricidad.

En este último caso, aún queda en pie 33% de subsidio a residenciales, comerciales y pymes.

No se sabe si tiraron la moneda para ver quién sería el primer mensajero de las malas noticias, y Guillermo Dietrich puso el pecho para despachar el cuadro tarifario del transporte que se viene.

Anunció que el boleto de colectivo mínimo, que estaba en $6 en enero y se había ido a $ 13 en octubre, trepará hasta $ 18 hacia el 15 de marzo. El pasaje de subte, que valía $6 a comienzos de año, está en $ 14,50, tiene que subir a $ 16,50 en febrero.

Los ferrocarriles urbanos sufrieron en 2018 aumentos de hasta 175%. En los trenes San Martín, Sarmiento y Mitre el boleto pasó $4 a $8,75 a partir de octubre, un 118,7% de aumento desde enero. En el Belgrano Sur, Roca y Urquiza: el ticket subió de $2 a $5,50 a partir de octubre, alza del 175% desde que arrancó el año. Mientras que el Belgrano Norte se encareció un 135% en diez meses de $2 a $4,75 desde el 15 de octubre.

A su vez, los usuarios del subterráneo pagaban a comienzos del año $ 6 y actualmente ya alcanza los $ 14,50 (equivale a una suba anual del 120%), y además va a seguir subiendo un peso por mes hasta marzo de 2019, cuando redondee los $ 16,50.

En el año, el promedio se ubica en 116%, casi el triple del reajuste salarial en algunos convenios, pero aún así Guillo descartó que los incrementos se trasladaran a la inflación.

Malas nuevas

Pero como el agobiante calor que empezó a hacer en estas jornadas hizo funcionar a full los aires acondicionados y para que se concrete el alza en el transporte faltan algunos días, al secretario de Energía, Javier Iguacel, lo miraron torcido en plena despedida del Ente Nacional Regulador de Electricidad (ENRE), ya que para febrero las facturas de Edenor y Edesur llegarán 26% promedio reforzadas, aunque para la gran mayoría de los usuarios (el 82%), en cuyos medidores toman de 80 a 417 kwh, el recargo se eleva entre 30 y 32%.  

En  marzo, para 80 kwh la boleta será de $599; para 234 kwh promedio de $1.275; para 360 kwh $1.647, pero para 838 kwh la cuenta empieza a ponerse más salada: $8522 y cuando se gastan 1811 kwh, se va a $12.100.

La Ciudad de Buenos Aires, comparativamente, es la que sale mejor parada en este reparto, luego la provincia, y en el interior, la cuestión se pone más espesa por la cadena de valor que se sucede a la distribución.

Los aires acondicionados duplicaron el costo del consumo respecto del año pasado. Tener encendidos los de bajo consumo durante 10 horas puede representar un adicional por mes de $850.

Luego de lograr un 70% de mejora en la tarifa este año, la empresa estatal AySA va por más y espera cobrar casi 50% más a los 10 millones de habitantes de Ciudad y conurbano. Empieza con 17% en enero y le agrega 27% en mayo, pero además mensualiza la factura, que venía siendo bimestral.

Aunque no se considere un servicio público energético, el ABL también talla fuerte en los presupuestos hogareños, lo mismo que otros precios regulados, como las patentes de automóviles (25% en el año) y la medicina prepaga, que con 4 aumentos acumuló casi 30%.

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