JORNADA COMPLICADÍSIMA

Mar de fondo entre Bolsonaro y los periodistas

En su columna en el diario O Globo, la influyente periodista Miriam Leitão había anticipado que "la necesidad real de seguridad del Presidente (por Jair Bolsonaro) está siendo usada como pretexto para restringir el trabajo de la prensa. Es claro que la seguridad del Presidente (...) y de los jefes de Estado que están entre nosotros exige la imposición de reglas, pero lo que está sucediendo con los periodistas es impensable e inaceptable". Ella se remontó a los días de la dictadura cívico-militar: "En aquella época, yo era una joven periodista y tuve acceso a varios lugares de la ceremonia, circulé, fui invitada a la cena de gala porque era responsable de la cobertura de Itamaraty. Pude hablar con los nuevos ministros", algo que no ocurriría hoy día con el ultraderechista al comando de Brasil. Según Leitao, "durante la campaña y la transición los signos de hostilidad a la prensa, o al menos a la parte de la prensa que no está dispuesta a simplemente hacer la alabanza de los nuevos poderosos, fueron muchos. Esta señal de usar las reglas de seguridad para imponer restricción física a los periodistas y de exigir un desgaste físico, de horas de espera más allá de lo razonable, es un peligroso precedente". Bueno, esto es lo que comenzó a explotar ni bien inicia Bolsonaro su mandato, que Urgente24 anticipa muy complicado e incierto para la libertad de expresión en Brasil. Los periodistas extranjeros presentes en Palacio de Itamaraty, reclamaron ante la imposibilidad de circular libremente para cubrir la ceremonia, y denunciaron la situación amenazando con un boicot.

Las limitaciones impuestas por el equipo responsable de la seguridad de la ceremonia de posesión presidencial de Jair Bolsonaro provocaron enormes dificultades al trabajo de la prensa, que reaccionó sin ocultar sus quejas.

Los periodistas fueron impedidos de transitar entre los edificios de la Explanada y de la Plaza de los 3 Poderes; y se vieron obligados a llegar horas antes a cada edificio donde ocurrirían los eventos.

El general Augusto Heleno, que goza de la confianza de Bolsonaro, demostró que o es un incompetente o es un peligro para el propio Presidente.

En ciertos puntos, tales como el Congreso, en determinados momentos, los reporteros no tuvieron acceso al agua corriente ni autorización para ir al baño.

Para cubrir la transición de la banda presidencial, los periodistas tanto nacionales como internacionales tuvieron que asistir al Centro Cultural Banco do Brasil (CCBB) a partir de las 7:00 del martes 01/01 para abordar ómnibus que los llevaron al Planalto, Itamaraty y Congreso Nacional. Al descender del transporte, fueron obligados a permanecer en los locales hasta la hora del evento, siendo que algunos de ellos, tal como la recepción en Itamaraty a las delegaciones diplomáticas extranjeras, ocurriría al caer la tarde.

La cobertura periodística en el Ministerio de Relaciones Exteriores comenzó tumultuosa. Al arribar, los periodistas acreditados fueron conducidos al piso inferior y colocados en la sala San Tiago Dantas, donde deberían permanecer hasta las 17:00, cuando entonces serían guiados a la planta baja para acompañar la llegada de autoridades. Una estupidez increíble, demostración acabada que el equipo de Bolsonaro no tenía ni idea de cómo gestionar la situación.

El espacio donde fueron ubicados los periodistas no disponía de ventanas para que los profesionales pudieran ver lo que sucede en el exterior del palacio. La limitación sorprendió a algunos periodistas extranjeros, que no dudaron en registrar su enojo.

"En el mapa, cuando usted ve el Palacio cree que podrá filmar las cosas que sucederían en la Explanada. Al final, nos dimos cuenta de que quedamos atrapados en una sala de prensa sin cristal, donde no podemos hacer nada para registrar la llegada de invitados" , lamentó Fanny Marie Lotaire, de la red de televisión France 24.

Después de muchas quejas, 3 periodistas de la emisora francesa ​​y 1 periodista de la agencia oficial de noticias de China, Xinhua, dejaron el Palacio de Itamaraty, en el inicio de un éxodo que arrastró a otros corresponsales extranjeros.

Salir, sin embargo, no era fácil retirarse. Inicialmente, la asesoría de Itamaraty explicó que ellos no podrían irse antes de las 20:00, cuando saldrían los ómnibus que llevarían a los periodistas de regreso al Centro Cultural Banco do Brasil (CCBB).

Esta suerte de prisión no declarada de la prensa provocó nuevas quejas.

Después de una sucesión de denuncias, la comunicación de Itamarity consiguió un ómnibus para llevar a quien quisiera salir.

"Prefiero tener mi libertad de entrevistar a cualquier persona pasando en la calle, aunque no sea importante, que quedarnme aquí", dijo una de las que se retiró.
 
El problema central, al parecer, fue que las restricciones no eran para todos.

Un grupo específico de 'periodistas amigos' recibió credenciales especiales de prensa para circular por el Palacio del Planalto.

En el Planalto, algunos periodistas se habían preparado para una larga estadía, intentando llevar su merienda, pero las provisiones les fueron quitadas, provocando nuevas quejas. Más tarde, sin embargo, la seguridad del palacio les regresó los alimentos.

Testimonio de las medidas de seguridad excepcionales

1er. discurso de Jair Bolsonaro como Presidente

Un antecedente: 1ra. rueda de prensa como Presidente electo sin diarios brasileños

Eduardo Bolsonaro en Chile: "El discurso de la prensa ya no convence a las personas"

Aquí la crónica de Ricardo Kotscho, no muy diferente de la de Mónica Bergamo para Folha de S. Paulo, que la tituló "Un día de caos":

"El primer día del nuevo gobierno, la operación de guerra montada por el esquema de seguridad del general Augusto Heleno para la toma de posesión de Jair Bolsonaro, fue una demostración de fuerza de lo que viene por ahí.

Los periodistas fueron confinados (...). En un día de lluvia y sol, fueron prohibidos hasta de llevar pilotos y paraguas. (...)

Como eran obligados a esperar por horas en los lugares determinados, y no podían entrar con frutas ni botellas de agua, mis colegas pasaron hambre y sed para cubrir el evento de la posesión.

Frenado por llevar una peligrosa manzana, un periodista extranjero tuvo que devorar su fruta allí mismo al lado de los agentes. No contenía explosivos.

Cuando el general João Figueiredo fue reemplazado por José Sarney, el 1er. Presidente civil después de la dictadura, en 1985, fue todo muy diferente de lo que vi. Ni hablar de 2003, cuando FHC le pasó la banda presidencial a Luiz Inácio Lula da Silva.

En 1985, Figueiredo se negó a participar en la ceremonia y pasar la banda a Sarney (quien se hizo cargo porque Tancredo Neves estaba muriéndose), pero los periodistas pudieron trabajar sin problemas y hasta celebrar la libertad para circular en el Palacio del Planalto, tras 20 años de severas restricciones.

Recuerdo que me perdí del fotógrafo de Folha de S. Paulo que estaba conmigo e improvisé un equipo con el veterano Orlando Brito, que trabajaba en otra empresa, para entrar en los lugares antes prohibidos.

Se resplandecía nuevamente en Brasilia y, si no hubo una gran fiesta fue porque Tancredo Neves, el Presidente electo por vía indirecta, con amplio apoyo popular, había sido internado en el Hospital de Base, en la víspera de la toma de posesión.

En la fiesta de posesión de Lula, en 2003, fui el encargado de organizar el trabajo de la prensa ante los organismos de seguridad.

Mis colegas son testigos de la libertad conque todos pudieron trabajar, respetando sólo las normas habituales del ceremonial para los eventos con la presencia del Presidente de la República.

La gran mayoría de ellos había votado en Lula y lo conocía personalmente de las 3 campañas anteriores a su llegada al poder. La victoria y la fiesta eran de todos.

Lo que vi este martes por la televisión fue deprimente (...) Se quedaron horas en pie en lugares predeterminados (...) sin informaciones nuevas, sólo repitiendo 500 veces la programación del día, mientras rodaban imágenes del esquema de seguridad, sin ningún signo de fiesta popular hasta las 14:00.

Bolsonaro, en la Granja del Torto (N. de la R.: la residencia presidencial), ya se había manifestado por Twitter, con una crítica a la revista Veja y un saludo militar: "¡Selva!". (N. de la R.: Bolsonaro acusó a Veja de 'fake news' por haber afirmado que él reprendió a sus hijos considerando que ellos creían estar todavía en campaña cuando era la hora de gobernar).

Para él, adepto de la "comunicación directa con la población", era suficiente.

Si eso es lo que nos espera en el nuevo gobierno, los periodistas que se preparen para enfrentar dificultades crecientes.

Fuera de los amigos de la red bolsonariana de televisión, a quienes los nuevos dueños del poder conceden entrevistas e informaciones exclusivas, los demás son todos tratados como peligrosos enemigos a ser abatidos.

Espero estar equivocado, pero temo que estemos entrando en un nuevo período de tinieblas, en el que el derecho fundamental de la libertad de expresión está amenazado, entre otros."

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