DENUNCIA VIOLENCIA

Detuvieron a un periodista alemán que sacaba fotos de residuos en Vaca Muerta

El periodista alemán Stefan Borghardt fue detenido el pasado lunes (7/1) en Añelo, Neuquén, por la policía. Estaba tomando fotografías de un basurero petrolero de la empresa Treater Neuquén SA. Estuvo dos horas preso y le confiscron su equipo de trabajo (con las fotografías). Ahora denuncia violencia policial.

Stefan Borghardt estuvo detenido dos horas en la Comisaría 10 de la localidad de cabecera de Vaca Muerta durante dos horas. Las fuerzas de seguridad no le devolvieron su equipo fotográfico, ni las unidades de almacenamiento y rollos de fotos donde había capturado imágenes que incomodan a una petrolera.

El periodista alemán estaba retratando un basurero petrolero en la empresa Treater Neuquén SA. Se trata de un trabajador free-lance, que estuvo en Buenos Aires cubriendo la Cumbre del G20 y la frustrada final de la Copa Libertadores en el estadio Monumental. Desde inicios del 2019 se encuentra en Neuquén, donde trabaja en un documental sobre la explotación no convencional de hidrocarburos en Vaca Muerta.

Sin embargo, el pasado lunes (7/1) fue detenido cuando estaba realizando su trabajo. Además de reclamar por su equipo de trabajo y su material, el profesional denunció que recibió golpes y que su teléfono personal fue revisado por los una de las efectivos policiales durante el traslado hasta la comisaría.

Entre lo que Stefan Borghardt había capturado, están las imágenes de dos piletones de 50 metros que contenían restos de fluidos derivados de la extracción petrolera. Uno de ellos había derramado una parte. Fue en ese lugar, en las inmediaciones del predio de la empresa.

Borghardt explicó en Radio Universidad CALF que “estaba sacando fotos en un derrame que encontré y me agarró un supervisor de la zona en una camioneta blanca, y me llevó a la entrada del predio. Ahí él habló con un jefe que llamó a la policía”.

"La policía que estaba sentado al lado mío tenía mi celular, y se metía en mis mensajes, reproducía los mensajes de voz y yo le preguntaba si tenía derecho a hacerlo, pero ella no me respondió”, explicó el fotógrafo.

Una vez en la comisaría, el periodista fue obligado a firmar un acta de detención y fue interrogado. “También les mostré mi carnet de prensa. Sabían que era fotoperiodista”, explicó Borghardt.

No es la primera vez que los residuos y la contaminación le causan problemas mediáticos a la empresa. Greenpeace y la Confederación Mapuche de Neuquén denunciaron en diciembre la presencia de un enorme vertedero de residuos petroleros generados en Vaca Muerta que no cumpliría con los estándares mínimos ambientales.

Se trataría del mismo basurero que fotografiaba el periodista alemán, a unos cinco kilómetros de Añelo, la "capital" de Vaca Muerta. Se trata de un vertedero donde se secan y tratan los lodos de perforación que son descartados durante el proceso de extracción de petróleo y gas no convencionales. Allí depositan sus residuos las empresas YPF, Total y Shell, entre otras que operan en la zona. El lugar pertenece a Treater Neuquén SA, se constituyó en 2012.

La historia del fotoperiodista en primera persona

“Cuándo ya se perfilaba que me iban a llevar a la comisaría, les mostré un escaneo de mi pasaporte en el celular. La mujer policía anotó los datos y después se quedó con mi celular. Arriba de la camioneta, yo estaba sentado atrás, en el medio, con la mujer policía a mi costado derecho, ella tiene que haber notado que me llegaban reacciones a la foto que había enviado al celular, porque empezó a meterse en mi whatsapp. Reprodujo varios mensajes de voz y leyó mensajes enviados y recibidos en altavoz. A la pregunta mía si tenía derecho a meterse en mi celular, no hubo respuesta alguna. Es más, poco antes de llegar a la comisaría de Añelo, le pregunté tres o cuatro veces si le podía hacer una consulta, esperando que pueda recuperar mi teléfono, pero ella no mostró ninguna reacción. Durante el trayecto, los cuatro oficiales me bombardearon con preguntas que se mezclaban con los mensajes personales que se reproducían en mi celular, por lo que se me hace difícil recordar todas las preguntas que me han hecho.

“Llegamos al primer lugar donde me iban a hacer una supuesta revisión médica. Cuando negué dejar mi mochila en el vehículo y bajarme sin mis pertenencias, reaccionaron muy molestos y me pusieron las esposas, tirándome para afuera del carro. La revisión médica consistía en pedirme que sacara la lengua y anotar otra vez mi nombre completo. Nos volvimos a subir a la camioneta, yo aún con las esposas puestas. Cuando llegamos a la comisaría, entramos por la entrada trasera, me llevaron hasta la barra de atención y me quitaron las esposas. Me hicieron dejar todas mis pertenencias arriba de la barra y revisaron mis bolsillos y la mochila. Todavía ahí me negaron usar mi teléfono. Mientras la mujer policía labraba el acta de mis pertenencias, escrita a mano en un cuaderno, un oficial que parecía ser un superior me hacía más preguntas y me decía, haciendo gestos con un destornillador eléctrico en la mano, que ya se iban a enterar de la verdad. Después la misma mujer policía me ordenó que firmara el acta, pero por las preguntas que me habían hecho mientras tanto, no sabía si realmente estaba todo documentado de forma correcta. Insistí en leerlo con calma antes de firmar. Me apresuró la policía diciéndome a mí que me apurara y que firmara ya, y al jefe (él se presentó como jefe de la comisaría) que yo no quería firmar. Yo le contesté que sí iba a firmar, pero que me tenía que dejarlo leer antes. De repente el jefe me empujó para atrás y ordenó a los demás oficiales que trajeran un testigo que firme el acta. La oficial me agarró de la manó y me puso el brazo en la espalda, empujándome e insultándome. Me llevó al pasillo de calabozos".

“Al testigo que firmó el acta no lo alcancé a ver. En el pasillo estaba parado otro oficial que me pateó al pasar. Llegamos al calabozo y yo me encontré rodeado por unos cinco a siete oficiales, no me acuerdo bien, fue todo muy turbio y atemorizante para mí. Varios (al menos tres) me pegaron, me patearon y me insultaron. Un policía que me maltrataba con una escoba desde lejos, me dijo que él odiaba a los alemanes, a todos los alemanes. Yo durante todo ese proceso tenía las manos levantadas y pedía que no me lastimaran. Me dijeron que si me decían que firmara, tenía que firmar, y que no funcionaban las cosas como yo me las imaginaba. Después tuve que quitarme los cordones de los zapatos y un policía me dijo que me apurara porque sino me ayudaba él, y sacó una navaja del bolsillo”.

 

 
 
 
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Una publicación compartida por Stefan Borghardt (@stefanborghardt) el 2 de Ene de 2019 a las 3:11 PST

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