BENIN Y LA TRATA

Explotación sexual: La única salida para llegar a Europa

En Ciudad de Benín, la capital nigeriana de salida de la inmigración irregular, la palabra "prostitución" no se dice nunca en voz alta, sino que las jóvenes que parten hacia Italia o Francia se van a "trabajar en la calle". Nigeria, un gigante de más de 190 millones de habitantes, posee el triste récord del número de migrantes africanos llegados en barco a las costas italianas, sus mujeres: víctimas de explotación sexual.

La gran mayoría de las mujeres que salen de la ciudad de Benín, en Nigeria, están destinadas a la explotación sexual. Y no les importa, ya que es la única salida de muchas para poder llegar a Europa y escapar de la miseria extrema.
 
Nigeria, un gigante de más de 190 millones de habitantes, posee el triste récord del número de migrantes africanos llegados en barco a las costas italianas. Por ejemplo, según registros de 2016, entraron 37.500, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). La inmensa mayoría procedían de Ciudad de Benín (estado de Edo, en el sur del país).
 
Edo, junto a los Estados de Rivers y Bayelsa, en el suroeste nigeriano, frente al golfo de Guinea,  se enfrentan a una situación de desamparo, una violencia estructural causada por las duras condiciones de sus habitantes, dependientes de la agricultura y sometidos a una suerte de reinos de taifas donde varios grupos con armamento sofisticado y tácticas de guerrillas presionan a los diferentes gobiernos para controlar el flujo de petróleo que circula por el subsuelo. Pero también por la inactividad política durante el periodo de legislatura que condena al olvido a esta región.
 
Ante la realidad del país, las mujeres buscan llegr a Europa a cualquier precio, y según organizaciones de derechos humanos, las que emigran casi siempre son mujeres "fácilmente manipulables".  Es allí donde la mafia de la trata de personas entra en este macabro juego.
 
 
El corazón de esta trata sexual se encuentra en Benin City, capital de Edo, de mayoría cristiana. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), desde abril de 2017 hasta la fecha, se ha ayudado a más de 10.000 migrantes nigerianos irregulares a regresar a sus hogares procedentes de Libia, de los que el 48% son del estado de Edo.
 
Ya en 2017, la misma OIM alertaba de que la cifra de posibles víctimas de trata sexual que estaban llegando a Italia por las rutas migratorias había aumentado en el periodo 2014-2016 un 600%. La mayoría provenía de Nigeria. Las jóvenes de este país africano que habían sufrido el periplo hasta el país transalpino había crecido de 1.454 en 2014 a 11.009 en 2016. Y el 80% de estas chicas, de edades entre 13 y 24 años, eran según valoraba la OIM, víctimas potenciales del tráfico con fines sexuales.
 
 
Así lo confiesa Alice, de 23 años, recién llegada desde Trípoli, Libia, junto a su bebé de dos meses fruto de una violación: “Me engañaron. Creía que mi paso por Libia sería cuestión de días, pero tuve que estar trabajando como esclava sexual durante tres años. Todavía no he podido avisar a mi familia porque tengo vergüenza de que no me acepten como madre soltera”.
 
Testimonios cuentan que la mujer nigeriana que es explotada en europa sexualmente, cobre aproximadamente 30 euros por noche, y está obligada a entregarle a sus jefes unos 1000 euros por semana. 
 
A pesar de que el problema es visible y conocido, la fiscal Pietroiusti –responsable del crimen organizado y la trata de personas en la región de Florencia- no ha sido capaz de meter entre rejas a ninguna madame en los últimos años. Madame es el nombre que reciben aquellas nigerianas instigadoras de la trata de personas. Estas poderosas mujeres viven por lo general en Italia y, desde allí, coordinan a las jóvenes traídas a Europa por las bandas de traficantes. Se trata, por lo general, de pequeñas redes formadas por dos reclutadores que se encargan de sacar a las mujeres de Nigeria haciéndoles falsas promesas y ayudándolas a cruzar el desierto y el Mediterráneo hasta Europa.
 
“Nuestro problema es que, a menudo, las víctimas tienen miedo de hablar con la policía”, explica la fiscal. La razón principal de este miedo son los rituales conocidos como Juju, una creencia mágica extendida por la región que rodea a la sureña ciudad nigeriana de Benin City, de donde proceden la mayoría de las víctimas. Los sacerdotes Juju colaboran con los traficantes y, antes de su partida, hacen prometer a las mujeres que serán obedientes con sus nuevos empleadores en Europa. De lo contrario, la muerte las amenazará a ellas y a sus familias. “Nos resulta complicado encontrar traductores de confianza que entienden los dialectos que hablan las chicas”, reconoce Pietroiusti.
 
 
Las mujeres, de orígenes pobres y con muy poca formación, no tienen modo de llegar a Italia. Pero en Ciudad de Benín, los "cárteles" del tráfico de seres humanos pululan y basta con encontrar una "madame" (una jefa) para organizar el viaje, conseguir documentación falsa y la promesa de un "empleo". Algunas creen que van a hacerse peluqueras, otras, que se prostituirán en grandes hoteles. Muchas ni siquiera hacen preguntas.
 
Cuando llegan a Europa, trabajan durante varios años en las calles de Palermo o de París, ganando entre 5 y 15 euros por sesión para pagar su deuda, de entre 20.000 y 50.000 euros. Por supuesto, nunca pagan su deuda, y es allí cuando su pesadilla nunca termina. 
 

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