CAUSA DE LOS CUADERNOS

Ya no es un secreto a voces: Irregularidades en indagatorias

Varios empresarios y muchos abogados de empresarios convocados a los tribunales de la avenida Comodoro Py en la 'causa Cuadernos' deslizan desde un comienzo la manipulación de las declaraciones testimoniales, la presión discrecional para direccionar el relato y, eventualmente, el Lado B de todo el asunto. Pero todos ellos dijeron que se guardaban las denuncias y reclamos para las instancias de apelación o un juicio oral ya que temían las consecuencias de ir en contra de lo 'políticamente correcto' en esta coyuntura. Esta situaciones evidentemente irregulares aparecen en la columna de Horacio Verbitsky en su web El Cohete a la Luna, más allá del interés manifiesto del periodista de llevar agua al molino de Cristina Fernández de Kirchner. Es harto curioso que en ese pantano en que se ha convertido la 'causa Cuadernos' (originada en los textos que supuestamente redactó el ex chofer de Roberto Baratta, Oscar Centeno), el juez federal Claudio Bonadío cree que obtendrá su ingreso a la historia judicial argentina.

"(...) Desde hace 30 años se sabe que las causas de Comodoro Py se resuelven por fuera del expediente y que la clave está en los abogados a quienes jueces y fiscales habilitan a realizar alegatos de oreja. De esa época es la anécdota de un juez que cerró un trato a través de un operador como D’Alessio. La respuesta del juez al afligido cliente fue sin palabras durante una audiencia formal: según el color de la corbata que usara el magistrado, sería positiva o negativa su respuesta al acuerdo. Durante su presidencia en la Corte Suprema de Justicia, Enrique Petracchi tomó algunas medidas muy simples para controlar este desborde. Desde entonces, la información pública sobre los recursos extraordinarios que llegan a la Corte identifica a los abogados que representan a las partes, en esa y en las anteriores instancias. Esta identificación de los vendedores de influencias no anula, pero reduce el margen de discrecionalidad.

Para simular una auténtica licitación, se acuerda qué empresas presentarán ofertas más onerosas que el vencedor. No hay impugnaciones y luego el ganador entrega una parte de sus ganancias a quienes fingieron la competencia. Además los roles son rotativos, de modo que nadie quede excluido del reparto, que se realiza a espaldas del interés público. Que Glock, Stornelli o Enrique Wagner pretendan que a los empresarios les enseñaron este sistema Néstor Kirchner, Julio de Vido o Roberto Baratta es un insulto a la inteligencia. Las grandes constructoras, y entre ellas en lugar descollante las de la familia presidencial, eran virtuosas en esta práctica cuando Néstor Kirchner no había ganado su primera elección municipal en Santa Cruz. Sólo un personaje grotesco como Laura Alonso, titular de la oficina de encubrimiento de la corrupción macrista, puede decir que los Kircher integran el top ten de los gobernantes más corruptos de la historia mundial, ya sea que lo crea o que mienta a designio, como lo hace su asociada Elisa Carrió, que se hace pasar por loca para actuar con mayor impunidad.

Las diferencias de estilo son notorias. D’Alessio dice en forma brutal que Stornelli no es limpio, que pica boleto, que pide una atención. En cambio el ex juez, camarista y conjuez de la Corte Suprema, Fernando Archimbal, y su socio Luis Vila, quien fue juez federal en Santa Cruz, se presentan como abogados respetables cuyos honorarios son altos por la calidad del trabajo que realizan y rara vez hacen referencia a su rol como lobbystas. Archimbal desempeñó ese rol para el entonces alcalde porteño Maurizio Macrì, cuando fue procesado por las escuchas clandestinas. Se usó entonces el mismo método con que la semana pasada se violó en forma ilegal la intimidad de las conversaciones desde el teléfono público del penal de Ezeiza. Un juez (Horacio Gallardo y Juan Luis Rey, de Misiones, en el caso de Macrì; Federico Villena en el de la colonia penal de Ezeiza) ordenan la intercepción en un caso cualquiera. Luego la nómina de teléfonos a escuchar se incrementa a voluntad, aunque no tengan nada que ver con la causa en la que se emitió la orden. La operación se completa con la complicidad del organismo encargado de las escuchas (la Oficina de Observaciones Judiciales, OJOTA, entonces; la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado, DaJuDeCo, ahora) que entrega las grabaciones que interesan al mandante oculto ( Macrì, entonces y ahora) interesado en espiar a sus enemigos personales, políticos o de negocios.

Pero unos y otros afirman que tanto el fiscal como el juez negocian con los imputados, les imparten directivas para que señalen en la dirección que les interesa y que no dejan constancia de todo lo actuado en el expediente (cosa que el propio Stornelli reconoció ante Joaquín Morales Solá en un ataque de euforia impune respecto de José López Bolso). Stornelli le indicó a Fabián Gutiérrez, otro ex secretario de Cristina que declaró como arrepentido, que llamara a Pablo Barreiro para ablandarlo, le cuenta el propio fiscal a Vila. En esta causa se van subiendo escalones para llegar a la Jefa, explica el abogado. Vila adoctrina a su cliente sobre la forma de entrar y salir de la oficina de Stornelli, eludir el café de Comodoro Py para evitar las fotos. Mientras Vila se ofrecerá como cebo para los periodistas, Archimbal con la ayuda de una secretaria de la fiscalía hará entrar a Barreiro en forma discreta por atrás al despacho de Stornelli, “como charlamos con el gordo”, quien a su vez “lo trae a Bonadío”. Cuando Barreiro dice que su rostro es muy conocido, Vila le responde que “los periodistas son muy boludos”. Varias veces menciona a “Sebastián” y aclara “el secretario”.

¿Es el mismo Sebastián que según D’Alessio le entregaba de parte de Stornelli los documentos de la causa?

En un tramo de la conversación, Vila le sugiere que diga que José López no tenía relación directa con Julio (De Vido) sino con la Vieja. También dice que le contó a Stornelli que D’Alessio y Rodrigo González extorsionaban en su nombre, le recomienda que lo declare ante el fiscal y que le haga escuchar los audios de D’Alessio. También le señala que mencione la presencia en Olivos del lobbysta Javier Fernández. (...)".

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