CASO DANIELA

Remeros indefensos en el Delta, entre el caos y los abusos de los más grandes (PNA, bien gracias)

El fallecimiento de Daniela Arnolfo, quien se encontraba practicando kayak en el Delta cuando fue atropellada por una lancha colectivo y alcanzada por su hélice, puso sobre el tapete la situación vulnerable en que se encuentran quienes circulan por el río en embarcaciones de tracción a sangre (botes a remo, canoas, kayak, etcétera). Desde Urgente24, hablamos con practicantes de estos deportes, quienes revelan que en el río hay desconocimiento sobre las normas y Prefectura no controla, por lo que los abusos de las embarcaciones grandes, entre ellas las lanchas colectivo, generan una situación muy peligrosa para los remeros y kayakistas.

Daniela Arnolfo, de 48 años, hacía kayak en el Delta el viernes 15/2, cuando fue arroyada por una lancha colectivo en la Estación Subfluvial Tigre. Según trascendió, la embarcación, perteneciente a la empresa Línea Delta Argentino, se encontraba maniobrando marcha atrás cuando Daniela fue alcanzada por su hélice. Si bien pudo ser rescatada del río por una joven de 21 años, murió el lunes 18/2 por las heridas que sufrió en el accidente (Daniela tenía hundimiento de tórax, una fractura en la pierna izquierda y muchos cortes en todo el cuerpo, además de haber sufrido un preinfarto).

Algunos testimonios televisivos deslizaron la posiblidad de que la víctima podría haber tenido alguna responsabilidad en la causa del accidente, por haber estado demasiado cerca de la lancha colectivo. Desde Urgente24 hablamos con varios remeros con experiencia para conocer su opinión al respecto, y cómo se vive el día a día en el río desde el punta de vista del que rema o hace kayak. El triste y lamentable caso pone sobre el tapete un tema que a menudo permanece en las sombras: el de la seguridad de aquellas personas que practican deportes náuticos en el Delta del Tigre, donde pareciera regir la ley de la selva.

"Para que haya cualquier tipo de accidente, tienen que haber muchas concatenadas que pasen a la vez y mala suerte", apunta Lucio Saccal, remero del Club Náutico Hacoaj desde hace 2 años, y quien alguna vez ha alquilado un bote en el Club de Regatas L'Aviron, aquel del que había partido Daniela con su pareja en un bote tipo "piragua" el día del accidente. Así y todo, destaca Saccal, en el río "siempre tiene prioridad el que está en una embarcación de tracción a sangre", es decir, aquellos que son impulsados exclusivamente por la fuerza muscular del ser humano (botes a remo, canoas, kayak, etcétera). Quienes conducen este tipo de embarcación equivalen al peatón o a quien anda en bicicleta por la calle. Adicionalmente, las lanchas colectivo deben tener siempre un marinero atrás, entre otras cosas para alertar a quien conduce de que hay otra embarcación, antes de que esta maniobre marcha atrás.

Por eso, aún si el bote en que viajaba Daniela con su marido hubiese estado pegado a la lancha colectiva, eso no necesariamente significa que obligatoriamente se hubiese producido un accidente. "Muchas veces voy pegado a la lancha de mi entrenador y eso no es un riesgo, porque estamos los 2 prestando atención. Cuando yo me acerco a su lancha, la hélice de su motor no está girando", agrega Julián Sotolar, quien tiene más de 30 años de experiencia remando. "Está en punto muerto. Si cuando tiene a alguien cerca, la lancha colectivo está en punto muerto, puede llegar a chocar y tirarte al agua, pero no te va a cortar porque la helice no está girando."

Según Saccal, el problema es que en el río Tigre, la Prefectura Naval Argentina no marca por dónde deben andar las lanchas colectivo y por dónde deben andar otras embarcaciones.

"Si fueran una atrás de la otra las lanchas colectivo, como en fila india, nadie va a hacer algo suicida como meterse atrás (de una de ellas)", explica Saccal. Si deben hacer maniobras como dar marcha atrás, es por el caos que reina en el río: una lancha colectiva va por el mismo carril que un catamarán y que un bote de remo, lo que deja a quienes circulan en estos últimos en una posición muy vulnerable.

Consultado por Urgente24 si alguna vez a él mismo le tocó sufrir esto en carne propia, Saccal reveló que una vez terminó "pasando por debajo de un catamarán" (se trata de una embarcación que se sostiene sobre el agua por 2 cascos paralelos y tiene una especie de "agujero" en el medio).

"Mi impresión es que el río funciona como la calle, entre el auto y el colectivo. El más grande tiene paso. Cuando ven que vos no frenás, tienden a frenar, pero siempre tratan de pasar antes", considera Sotolar. Para el remero, el mayor problema que asola al río es la falta de conocimiento de las reglas.

"En el Tigre no se entiende quién tiene paso. No está claro cómo es el tránsito, cuál es la velocidad máxima de las lanchas colectivo, si te pueden pasar por al lado a fondo o no. Tampoco hay control. No es conocida la reglamentación", apuntó Sotolar.

Desde otro punto de vista, un navegador de lancha a motor desde hace muchos años, que prefiere mantenerse en el anonimato, dijo a Urgente24 que en muchos años que circula en el río, nunca vio a la Prefectura parar a una lancha colectivo. Por el Río Luján deberían ir a paso de hombre, dice, y Saccal coincide, llamándolo "a velocidad de maniobra."

Según la fuente anónima, hay veces que embarcaciones enormes circulan por allí rapidísimo, generando una situación muy peligrosa para las embarcaciones más pequeñas. Todo lo que hace Prefectura en esos casos es tocar el silbato, pero nunca los paran y les piden documentos. Saccal considera que la Prefectura debería accionar en motos de agua, plantándose frente a las embarcaciones que no cumplen las reglas, protegiendo la seguridad y la vida de quienes circulan por el río en embarcaciones más pequeñas.

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