EL GIRADOR, EL GIRADO Y LA JUSTICIA GIRATORIA

Stornelli y Verbitsky, vidas paralelas

Integrantes del universo noventista, el fiscal Carlos Stornelli y el periodista Horacio Verbitsky habitan en lados diferentes de la Grieta en el siglo 21. Jorge Asis Digital incursionó en el episodio, al que llamó episodio de la picaresca digno de Francisco de Quevedo o Roberto Payró."

A través de la Justicia, el Tercer Gobierno Radical supo montar una categórica escenografía de persecución.
Pero sirvió apenas para radicalizar a los convencidos.
Los consolidó en la furia equiparable a la impotencia.
Lo refleja la transparente candidez de los “tontos con énfasis” que reflexionan:
¿Cómo puede ser que, con tantas pruebas evidentes de corrupción, el kirchnerismo aún concentre vitalidad electoral?
Menos pueden entender cuando la Justicia que persigue se siente, de pronto, perseguida.
Asediada por las fantásticas derivaciones del episodio ordinario, aunque aleccionador, que los supera.
La tradicional “girada” de un Buscón que prefieren atribuir, por facilidad interpretativa, a una “operación”. Del enemigo.
Sobredimensionan la capacidad de daño del kirchnerismo perverso que no entienden. Con perseguirlo, en los Tribunales, no alcanza.
Los viciosos disfrutan, en la práctica, del enorme fracaso de la virtud.

Carolina Mantegari

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Para una comprensión entretenida de la historia de Los Giradores y Los Girados se propone una línea con dos vértices.

Un vértice lo ocupa el Fiscal Federal Carlos Stornelli.

El otro vértice lo ocupa el periodista Horacio Verbitsky.

Ambos -Stornelli y Verbitsky- de manera indirecta le deben al presidente Carlos Menem gran parte del prestigio conquistado.

Verbitsky, por haberlo mortificado (a Menem) con la consagrada polvareda del best seller “Robo para la corona” (que sin embargo no evitó que Menem pudiera ser reelecto).

Stornelli, por haberlo puesto preso a Menem, con la causa de la venta de armas (a Croacia, justamente, con la venia de Estados Unidos, impulsor de la Argentina como aliado extra OTAN).

Verbitsky lo hostigó a Menem con su literatura política, pero Stornelli lo encanó en la Quinta de Gostanián.

Aquel Menem los acercaba. Posteriormente los alejaría la dinámica de los acontecimientos acaecidos durante la patología del kirchnerismo.

Extrañamente hoy están situados en bandos opuestos.

Para Stornelli, el Perro Verbitsky es el Diablo.

Para Verbitsky, Stornelli es “Extornelli”.

Como Fiscal, Stornelli llegó a manejar la causa cumbre. Al borde de la jubilación, como el juez Claudio Bonadío, al que Verbitsky llama “doctor Glock”.

Con Bonadío como compañero de ala, hoy Stornelli persigue recaudadores delictivos del kirchnerismo mientras luce sus dotes de “arrepentidor”.

Con atributos que consiguen hacer, de poderosos empresarios, simples arrepentidos. Libres. O por lo menos no presos.

Mientras tanto, Verbitsky prosigue, en su rol de periodista, con los fastidios al poder. Impugna la arquitectura de procedimientos de los “arrepentidores”, en el torneo de aficionados para saber quién es el mejor buchón. El que aporta más datos, para algarabía de la banda presentable.

La otra banda señalada, la de Justicia Legítima, se utiliza como estampilla para la descalificación.

Regla del Punto de Vista

En el Taller Literario suele enseñarse la “Regla del Punto de Vista”.

Para eficacia de la narración, la Historia de los Giradores y Girados corresponde tratarla desde el punto de vista del antihéroe.

El presunto doctor Marcelo D’Alessio, El Girador, “máximo especialista en narcotráfico”, colgado como “agente de la DEA”.

Emblema del Buscón inspirado, sin saberlo, en el iniciático Buscón don Pablos, que don Francisco de Quevedo inmortalizara en el siglo XVII.

Cuando existía la digna Inquisición. Con inquisidores menos permeables que los destacados hoy en los medios de comunicación. Los que impulsan, desde la virtud, la destrucción de la banda viciosa.

Cuesta encarar la problemática del Buscón moderno sin calibrar el extraordinario papelón del periodismo.

Por la estremecedora inocencia -que puede pasar por buena fe- de dos grandes diarios. Uno de ellos digital.

Profesionales accesibles que presentaron al Buscón como “experto en narcotráfico” y flagelos varios.

Semejante envoltorio le facilitaba al Buscón el acceso privilegiado hacia las víctimas. Compraban el producto confiados, al contado, sin derecho a la duda.

El “especialista” pontificaba en emisiones televisivas, como un excelso protagonista que analizaba la realidad jurídica y política del país en banda. Tan vulnerable y condicionado por las contradicciones entre bandas que el Buscón sabía manipular.

Justicia Giratoria

La perspicacia personal del “especialista” logró el estallido de la Justicia Giratoria.

Derivó en la banalidad del enfrentamiento implacable entre el oficialismo macrista y la oposición kirchnerista.

Donde el Buscón encontró la posibilidad de recaudar cientos de miles de dólares, se construyó una cuestión de estado.

El Buscón, o El Girador, era un dotado para invadir intimidades. Entrometerse en vidas de otros. Recolectar confianzas.

Al Fiscal Stornelli, El Girado, llegó de la mano de un periodista seducido por la magnitud de sus conocimientos. También, por supuesto, lo “giraba”.

El Girador entró en la vida del Girado con el frontal objetivo de facturar por favores en su nombre.

Creyó embocar al empresario Etchevetz, que nada tenía de distraído y se transformó en Embocador.

El empresario estaba destinado a ser punto y de pronto se convirtió en banca. Al percibir que el Girador pretendía embocarlo, hacerle una moneda. Y se dispuso a grabarlo.

Al cierre del despacho aún no queda claro si el elegido como víctima apunta, tan solo, al Girador. O lo hace partícipe del delito, también, al Girado.

Del episodio tomó conocimiento Verbitsky. Lo multiplicó desde el portal Cohete a la Luna. Con el grotesco epílogo de la mañana en Pinamar. Donde se anexó un intendente que se había acercado al Fiscal para saludarlo. Sin saber que era un Girado, con quien había compartido un asado en su casa, dos noches atrás. Para el Girador se “trataba de un cajero del Fiscal”. Consta en el mensajito que el Girador le enviara al Embocado Embocador, que disfrutaba su novelita repentina de espionaje.

El texto del Cohete fue presentado, por el Girado aún sin información, como “una operación berreta del kirchnerismo”. Con el propósito de voltear la causa sagrada de los cuadernos del remisero de la fortuna.

Por lo tanto La Doctora Carrió, en su etapa bancadora, salió a denunciar la maniobra del kirchnerismo. Y a dar, junto a sus temibles sicarias, la vida por Stornelli.

Del mismo modo se anexaron los patriotas de la comunicación, necesitados de leños para la hoguera de la causa. Salieron a ofrendarse, con énfasis, por Stornelli.

Banalización política

Significa que la política, con una celeridad extraordinaria, banalizó el episodio delictivo originado en la picaresca creativa del Buscón.

Hacía quedar al Fiscal, el de la causa más importante, como un incauto perfecto. Mientras era grabado y filmado en pantalones cortos.

El Girador lo paseaba, en su nueva camioneta, al Girado.

El Girador era el equilibrista que había construido un edificio moderno, pero con ladrillos falsos. Medias verdades, medias mentiras, tergiversaciones, asombrosa habilidad para introducirse en vidas ajenas y despojarlas.

El Girador se mostraba con el Girado en pantalón corto, mientras el Embocado dejaba de serlo.
El Girador presentaría al Girado.

“Saludalo, te admira mucho -y le dijo en voz baja- es mi chofer”.

La mera presentación era la señal que necesitaba el Girador para convencer al Embocado. Trato hecho con el Girado, que creyó saludar a un admirador, chofer del Girador.

Sólo faltaban los 300 mil dólares del Embocado que lo embocaba.

El Girador no podía quedar mal con el Fiscal que le había cortado el boleto, que no era ningún bol…

Al Fiscal había que cumplirle. El Girado iba a sacarlo de la causa de los cuadernos. Por módicas 300 lucas que necesitaba para pagar la compra de la casa que nadie quería comprar. Y ni siquiera estaba en venta.

La banalización carece de desperdicios.

“Fue una trama urdida desde la cárcel”.

“Denunciaron en Dolores porque el juez pertenece a La Cámpora”.

Cuando el Girado, con dolor y bronca, percibió que el Girador lo había tomado por gil, ya se había desmoronado la arquitectura de mentiras.

El antihéroe supo explotar la estupidez congénita de los adictos a la información. Suelen postrarse ante la simple ostentación de poder. Por la pertenencia a la DEA o la AFI. Por el poder “en la embajada”.

A esta altura, con la banalización impuesta, se admiten dos alternativas.

O se lo banca al Fiscal Stornelli, y se lo toma como lo que es, la víctima principal de los enredos del Girador. O se lo hostiga para subrayar la supuesta condición de cómplice de la extorsión.

Episodio de la picaresca que pudo haber sido contado, con superior amenidad, por Roberto Payró.

En la Argentina atiborrada de tontos con énfasis. Donde un intento de choreo legitima las sobreactuaciones de los antikirchneristas que sobredimensionan la capacidad de daño del kirchnerismo.

Para estimular el arrojo de los enfáticos que incitan, de manera colectiva y unánime, a la piedad.

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