VERANO & POLÍTICA

Aldrey Iglesias; Julio Iglesias, Scioli y la ira de CFK

Daniel Scioli, sus silencios y sus ventrílocuos, son tema del verano. También el enojo del Cristinismo, que se remonta a Néstor Kirchner en vida, que no le encontraba la vuelta al socio necesario pero peligroso que resulta el gobernador. Aqui 3 visiones sobre Scioli, Cristina y el Frente para la Victoria:

¿Daniel Scioli habla a través de sus amigos? El Cristinismo está convencido de ello. Que Karina Rabolini dice lo que él no puede. La Casa Rosada cree que Scioli, como si fuese un Hipólito Yrigoyen moderno se expresara con sus silencios, fotografías y gestos. Scioli, a quien le satisfacer una vida social muy intensa, disfruta también con tantas elucubraciones sobre su persona mientras mantiene algo que nunca le falta: su ambición. La situación es muy interesante y aqui 3 lecturas al respecto:

Lectura N°1: Jorge Héctor Santos para Urgente24:

 
Urgente24 daba cuenta ayer (viernes 21/01) que Julio Iglesias ha señalado en su presentación en el Gran Hotel Provincial de Mar del Plata:

"Gracias Daniel (Scioli), espero que la próxima vez que vuelva, te encuentre como Presidente de la Nación".

Nadie que conozca de cerca a Julio Iglesias, como quien escribe esta nota, y lo haya seguido de cerca a lo largo de su carrera artística podrá creer que el más importante cantante de habla hispana por la cantidad de discos vendidos, haya dicho semejantes palabras si no le hubiesen sido pedidas a Julio por Florencio Aldrey Iglesias.

Don Florencio fue quien lo contrató para actuar en el Hotel Hermitage, con dineros de la Provincia de Buenos Aires, y además hizo que Julio Iglesias se presente el domingo 23/1, en su playón en un concierto gratuito al aire libre, pagado también con similar fuente de dinero, el que administra Daniel Scioli.

Julio Iglesias nunca ha realizado declaraciones políticas y tenga Ud. por seguro que mucho menos conoce a Daniel Scioli y más aún ni se le cruza por la mente que este pudiese ser gobernador y que en Argentina hay en 2011 elecciones presidenciales.

En síntesis, confirmando lo que nos indican nuestras fuentes, quien utilizó a Julio de ventrílocuo fue 'el Gallego' Aldrey Iglesias, quien ya está soñando con los negocios que podría abrazar teniendo a Daniel Scioli en la Rosada.
 
 
Lectura N°2: Roberto García en el bisemanario Diario Perfil (obsérvese que retoma el tema Aldrey Iglesias y el próximo enojo de Cristina Fernández con el empresario):
 
Ella lo necesita. Aunque no le guste y le resulte odioso, es una peronista y, como decía el General, se debe haber acostumbrado “a tragarse algunos sapos”. Sobre todo, si es por conveniencia. Y, gracias a él, quizás se repita su continuidad presidencial. También la del “proyecto”. Lo que viene a constituir una de las paradojas más notables del actual proceso político: Daniel Scioli es el garante del progresismo oficialista. A pesar de que él, para Cristina de Kirchner, ha sido un subalterno ortopédico, intelectualmete débil, de tendencia derechosa, acomodaticio, sensible inclusive a ciertos empresarios sobre los cuales sólo cambia de opinión cuando transitan por la Casa Rosada. Aun así, a Scioli ella lo necesita.


De ahí que se prodiguen en elogios modestos al gobernador personajes “sociales” como Pérsico, Kunkel o Navarro, por citar algunos de la lista, más inquietos por la perpetuación del pancho y la Coca –versión de este siglo de la pizza y el champagne– que por las afinidades ideológicas. Inclusive ella cambió de actitud y, para el último cumpleaños, justo antes de que Scioli partiera a su almuerzo tradicional con Mirtha Legrand en Mar del Plata, lo saludara por telefóno con un cálido: “Danny, te felicito”. Estupefacto, azorado, “Danny” no lo podía creer, se infló de alegría, más que en esas jornadas en las que se embucha una pasta frola enterita.
 
Aunque lo cuidan como a una piedra preciosa (según el valor que las encuestas les otorgan a las piedras), igual brotan interferencias, como el desencuentro actual por la imputabilidad o no de los menores. El Gobierno insiste, como si fuera una cuestión moral, mantener los dieciocho años como tope y Scioli, saliéndose del riel oficial, auspicia una baja como consecuencia de que hoy los ciudadanos comunes parecen temerle más a un chico armado de quince años que a un gánster de cuarenta. Para unos, transigir por ley en reducir la edad delictual supone un desvío ideológico, una concesión a los sectores reaccionarios; menos sutil, el gobernador se ampara para disminuirla en la opinión pública y en los dramáticos hechos policiales. Ese tema, ahora en la superficie, también indica que la guerra entre Nilda Garré & Cía. persistirá contra la política menos permisiva –y de formación penitenciaria– del bonaerense Ricardo Casal & Cía., álter ego de Scioli en materia de seguridad, y hombre que en más de una ocasión lo trastornó (por ejemplo, se negó a asumir cuando ya había aceptado su nuevo cargo y hubo extensas deliberaciones, por llamarlas de algún modo, para que aceptara nuevamente).
 
Tanta necesidad como Cristina, en apariencia, no requiere el gobernador de la Presidenta para su carrera. Más, no ignora cierta presión de un sector de la sociedad que le reclama autonomía y postulación a la Presidencia, inclusive en sus inmediaciones le aconsejan esa actitud como broche para su carrera política. Es ahora o nunca, le señalan algunos amigos que suponen que un nuevo ciclo en la gobernación le impedirá, cuatro años más tarde, aspirar a la Casa Rosada, como ha sucedido históricamente con los jeques de esa provincia. Algunos de estos colaboradores con atrevidas ideas, como el empresario marplatense Aldrey Iglesias –el mismo que ha colaborado en embanderar la Ciudad Feliz de naranja, el color de Scioli–, ya ingresaron en el Index de Olivos: muchos imaginan que en los próximos meses van a convertirlo en el Magnetto –una versión reducida, claro– de los poderes concentrados en Mar del Plata. Si bien Scioli evalúa con mutismo deliberado las sugerencias, como lo hizo cuando Néstor lo obligó desacertadamente a compartir las testimoniales, hace poco en La Ñata confesó en una mesa familiar: “No la voy a traicionar”. Como si en la política existiera esa palabra. Pero esa definición interna, que hasta un periodista conoce, debe haber motivado la llamada cumpleañera desde Olivos con el cariñoso e inédito “Danny”.
 
La diferencia mayor, el punto de partida de la separación, ocurrió luego del triunfo, cuando Scioli convocó al matrimonio con el cual había ganado a su quincho del Abasto, festejo nutrido con sus artistas preferidos. Ese aluvión de Pimpinela, Montaner, el Chaqueño, Cacho Castaña, la Guevara habría de sacudir el criterio estético de la señora, quien con los años ahora acude a figuras más intelectuales del espectáculo, según ella, tipo Andrea del Boca, Florencia Peña, algunos cómicos cordobeses, artistas beneficiados con los subsidios o la telenovela Montecristo, que ahora exuda La Elegida, título que según cree Jorge Asís le arrebataron sin oblar o mencionar los derechos correspondientes al autor.
 
Desde entonces, padeció Scioli un calvario, el desalojo de su despacho en la Casa Rosada a la exoneración de funcionarios propios en Turismo, desde el acecho investigativo sobre él y su familia con periodistas afines al desprecio público, por parte de ella, cuando le tocaba presidir el Senado. No fueron los únicos y perversos castigos o desaires, apenas los que registra una memoria liviana del maltrato que ejercieron contra un vicepresidente que jamás se habría atrevido a un voto “no positivo”. 

De todo, o casi todo, él parece haber olvidado y, por si fuera poco, hasta recuerda que nunca se permitió un desliz contra la pareja, menos contra ella. Es más: hasta acepta la imposición de que vaya como postulante en su contra un Martín Sabbatella que nucleará adhesiones progresistas distinguiendo su apoyo a Cristina de su repulsa a Scioli. “Yo haría lo mismo –asimila el gobernador– si eso suma para que ella gane. Igual ganamos todos.” Aun así, desconfían de su obediencia.
 
A pesar de que, otra vez, y pese a las tentaciones, parece dispuesto a hacerla ganar en las próximas elecciones generales –como lo hizo en la anterior, con la asistencia mágica de Julio De Vido a los intendentes–, porque es el insustituible para la definitoria provincia de Buenos Aires. Es que, recurrir a Sergio Massa como alternativa sería aun más afrentoso para el oficialismo: están demasiado frescas sus expresiones contra la intolerancia de Néstor Kirchner –por citar algunos de los defectos que enunció– en una cena con empresarios y diplomáticos de los Estados Unidos que vastamente difundió la red WikiLeaks. Para el “proyecto” sería más bochornosa esta elección, de ahí el “Danny, te felicito”. Aunque ahora, momentáneamente, los separe la imputabilidad, o no, de los menores.
 
 
Lectura N°3: Desopilante Carlos M. Reymundo Roberts en el diario La Nación, que ayuda a entender todo:
 
Sonó mi teléfono. ¿Lilita? ¿Sanz? ¿Macri? Desde que empecé a buscar un partido que me quiera entre sus filas, mi celular estalla. Yo atiendo con la ilusión de que sea el tribunal K que rechazó mi afiliación, para darme una nueva oportunidad, pero no. Los que me llaman son siempre de la oposición. Esta vez era alguien que no termina de ser K ni termina de ser opositor: Daniel Scioli.

Qué alegría. Por de pronto, me sentí honrado. Que Daniel me llame en pleno verano, cuando instala su despacho itinerante en la playa (en todas las playas de la costa atlántica), es motivo de legítimo orgullo. Daniel siempre está pendiente de las encuestas, pero en verano el proselitismo se le exacerba. Se convierte en un recaudador serial de votos, y da gusto verlo prodigarse en la arena con su mujer, Karina, y todo su séquito. Especialmente su equipo de difusión, verdaderos profesionales que convierten la inauguración de una sombrilla en un acontecimiento nacional.

Daniel aprendió el oficio -el oficio de vender su imagen- en sus tiempos de campeón de motonáutica, cuando hacía llegar a los diarios en tiempo real las fotos que lo mostraban ganador de aquellas espectaculares carreras en las que no alcanzaban los competidores para llenar el podio.

Me maravillan muchas cosas de él: ese activismo frenético, su ideología pasteurizada, que ame a Menem, Duhalde y Kirchner (es decir, a ninguno de los tres); también, que siempre tenga un helicóptero o un avión a mano, su impresionante quinta de Villa La Ñata (Tigre), su caserón de Carmelo, la casa del Abasto (qué lujo: espero que no haya tenido que venderla).

Me gusta que le guste la buena vida y que la comparta: si te invita a La Ñata, te hace llevar por un helicóptero y te recibe con famosos hombres de negocios y con celebridades del mundo del espectáculo, desde Nacha Guevara y Pimpinela hasta Cacho Castaña y Mirtha Legrand. Y con Karina, espléndida, aunque habría que decirle que vestido negro y tacos para ir a la playa es como que no pega.

Siempre me ha impresionado el ritmo de trabajo del gobernador, pero más me impresiona en los veranos: con qué ubicuidad asiste, en un puñado de horas, a la inauguración de su balneario en Pinamar, al velatorio de un policía asesinado, al programa de Mirtha, a un acto de la Presidenta y a un partido de fútbol en Punta Mogotes con su equipo, Piqueteros de La Ñata.

En fin, que un hombre tan ocupado me llamara por teléfono era todo un acontecimiento. Me pidió una reunión urgente y a los diez minutos tenía un auto oficial con chofer para llevarme a La Plata. Fui feliz, pero me esperaba con una queja.

-Si querés hacer política, ¿por qué no me llamaste?

-La verdad, como me habían rechazado los K, pensé que mi presencia te podía incomodar.

-¿Pero no leíste que me sumé al "operativo clamor" por la reelección de la Presidenta? Gracias a eso ahora tengo más margen de autonomía.

-A propósito, me sorprendió que lo hicieras: que te bajaras de la presidencial.

-Yo dije que había consenso para que ella fuera la candidata. ¿Y si mañana las encuestas le dieran mal y el consenso se evaporara??

-Entre nosotros, Daniel, ¿cómo hacés para bancarte al kirchnerismo si todos sabemos que no estás de acuerdo en casi nada?

-Lo he dicho públicamente: la gente sabe interpretar mis silencios.

-Pero yo no: sé un poco más explícito.

-Lo mío es trabajo, trabajo, trabajo.

-¿Entonces?

-Cuando lo que está en juego es el país, yo me la juego. Me pongo la camiseta y voy al frente.

Me di por vencido.

-Daniel, ¿en qué te podría ser útil yo?

-En lo tuyo, en difusión. Me falta centimetraje: por ejemplo, hay un semanario de Catamarca en el que hace seis meses que no salgo.

-Me dicen que das muy bien en la última encuesta de Julio (Aurelio).

-No sólo en ésa. Las diez que me trajeron entre ayer y hoy me ponen arriba. La reelección está asegurada.

-Hablás de reelección e inmediatamente pienso en Cristina.

-Ya te lo dije: la gente sabe interpretar mis silencios.

Me fui de La Plata algo confundido. Tengo una propuesta firme de Scioli, y sumarme a un equipo de propaganda tan poderoso resulta tentador. Pero no sé si estar con él me acerca o me aleja del Gobierno. Por Dios, ¿qué hago?

Que los K sepan interpretar mi silencio.

Dejá tu comentario