The Washington Post: Bush debe relanzar su diplomacia en Irak

'Irak espera' es el título de un editorial del diario The Washington Post que intenta, con un enfoque positivo, explicar porqué no está funcionando la administración estadounidense de Irak, y advierte que hay una oportunidad para recuperar la iniciativa pero puede ser la última oportunidad:

Los 11,9 millones de iraquíes que votaron en las elecciones parlamentarias de diciembre pasado podrían ser disculpados por preguntarse si ese ejercicio democrático producirá algún día un cambio tangible en el gobierno.

Dos meses después de las elecciones, el país aún se encuentra gobernado por la fallida administración interina creada el año pasado.

El último fin de semana trascendió que Ibrahim Jafari, el débil e impopular 1er. Ministro que ha supervisado ese gobierno, había sido elegido por la coalición shiíta para formar el nuevo gabinete.

Además, transcurrirá un cierto tiempo antes de que sean nombrados los nuevos ministros. Los divididos políticos de Irak apenas han iniciado las negociaciones para lograr un acuerdo político que supere las barreras étnicas y religiosas.

Jafari fue elegido, entre varios otros candidatos shiítas, al cargo de 1er. Ministro, no por su carisma o competencia (cosas de las que carece considerablemente), sino por las arraigadas rivalidades existentes en su coalición, que controla poco menos de la mitad de los escaños en el parlamento.

El candidato de la facción shiíta más fuerte, el Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak, fue apoyado por los defensores del clérigo extremista, con base en Bagadad, Moqtada Sadr.

Algunas de las diferencias entre Sadr y el Supremo Consejo son potencialmente constructivas. Sadr se opone al peligroso plan del consejo de crear un mini-estado shiíta en el Sur de Irak. Sadr también podría ser más abierto a la inclusión de partidos sunitas militantes en el gobierno, lo cual constituiría un alejamiento importante del conflicto sectario.

De todos modos, la selección de Jafari complicará la tarea de formar un gobierno de "unidad nacional", que es lo que la Administración Bush desearía lograr. Jafari difiere de los líderes kurdos, quienes piensan que éste no los apoyó suficientemente en su ambición de tomar el control de la ciudad étnicamente diversificada de KIRKUK.

El embajador norteamericano ante Bagdad, Zalma y KhalilzadA, está haciendo lo posible para promover un acuerdo nacional que responda a las preocupaciones legítimas de los sunitas. Eso podría mitigar la insurgencia e impedir la guerra civil que podría desencadenarse en Irak.

Pero dadas las poderosas fuerzas centrífugas existentes en Irak, el embajador necesitaría más ayuda, tanto de Wqshington como de otras partes.

La Administración Bush ha organizado eficazmente coaliciones internacionales para lidiar con los peligros de Irán y Corea del Norte. Ha logrado ejercer presiones considerables sobre los palestinos mediante el "cuarteto", que incluye a la Unión Europea, la ONU y Rusia.

A pesar de sus diferencias de hace tres años con respecto a la guerra en Irak, un grupo importante de naciones, que incluye a los miembros de la OTAN y a gran parte del Medio Oriente árabe, tiene un interés vital en presionar a los iraquíes a encontrar una solución intermedia. Éste es el momento oportuno para que el Presidente Busch movilice la alianza y cualquier otro tipo de influencia que pueda usar. Para Irak, ésta podría ser la última oportunidad.

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