Hablemos en serio: Bombas buenas vs. Bombas Malas

La energía atómica ha regresado porque el mundo ha comprendido que se quedará sin petróleo, y además los hidrocarburos se van a las nubes. Pero ¿cómo es posible que se pretenda que la energía atómica se pone de moda y que los países no buscarán incorporar esa tecnología, por cierto que posible de obtener? Luego, ¿cómo hacer para que, una vez que se controla la energía atómica para fines 'buenos', se renuncie a controlarla para fines 'malos'? O se debate en profundidad o todo esto no tiene sentido, es el planteo del diario The Washington Post. POR DAVID IGNATIUS

Esta semana, se encuentran en yuxtaposición los dos polos del mundo emergente: India e Irán.

Esos países son el Alfa y el Omega, el sueño y la pesadilla.

Uno simboliza la promesa de la globalización, el otro el peligro del desorden mundial.

Lamentablemente, lo que ambos comparten es la pasión de ser miembros del club nuclear.

India tiene armas nucleares; Irán las quiere tener.

Entre ellos se interponeUSA, tratando de establecer normas que puedan ser aplicadas a ambos países (premiando al niño bueno y manteniendo la capacidad de castigar al niño malo).

F. Scott Fitzgerald observó que la inteligencia "es la capacidad de tener en la mente dos ideas opuestas al mismo tiempo". Eso me ha sonado siempre como un argumento a favor de la hipocresía iluminada.

Y quizá es la mejor explicación de por qué debemos decir sí a las armas nucleares de India y no a las de Irán.

Los dos casos son diferentes porque… son diferentes.

Las mismas reglas no se aplican a los dos; uno ha demostrado ser benigno y el otro se comporta como un bandido internacional.

El viaje del Presidente Bush a India esta semana coloca el tema nuclear en toda la gloria de su hipocresía.

Se estima que el motivo central de su visita es lograr un acuerdo que, de hecho, dé validez al ingreso de India como potencia nuclear, a cambio de su aceptación de nuevas salvaguardas relativas a su programa nuclear civil.

Un iraní que observe la visita de Bush podría concluir que de existir la posibilidad de construir una bomba nuclear a pesar de los esfuerzos occidentales contra la proliferación, eventualmente un país se puede salir con la suya.

Pero Irán estaría peligrosamente equivocado si pensara de esa forma.

La lección real podría ser que a veces las reglas son menos importantes que el comportamiento.

El mundo está dispuesto a aceptar a India como potencia nuclear porque sus acciones se han ganado la confianza de otras naciones de que busca desempeñar un papel estabilizador.

Un mundo donde lo que importa es el comportamiento tiene los incentivos correctos: obliga a Irán a demostrar su confiabilidad para que, con el transcurso del tiempo, pueda ser considerado miembro de la misma comunidad que India y Paquistán.

Una cosa en común en la política norteamericana hacia India e Irán es la insistencia que el enriquecimiento y el reprocesamiento de combustible nuclear estén bajo algún tipo de supervisión internacional.

El acuerdo que Bush tratará de obtener en este viaje (separar los programas nucleares civiles y militares de la India) expresa ese principio.

También lo hace la propuesta de Rusia de proporcionar el enriquecimiento para el programa nuclear iraní.

Irán sugirió la semana pasada que probablemente acepte ese plan.

Los observadores, en su mayor parte, siguen dudosos, pero si Irán está realmente dispuesto a buscar fuentes externas para el desarrollo de su combustible nuclear civil, eso podría constituir un adelanto muy importante.

La Administración Bush está considerando la idea más ambiciosa de que la totalidad del enriquecimiento y el reprocesamiento nuclear debería ser restringida, de modo que ningún país pueda ingresar al club.

El Senador Richar Lugar ha presentado esa propuesta, basada en sugerencias de Ashton B. Carter, experto de la Universidad de Harvard en política nuclear.

Según el plan de Lugar, los países que renuncian a sus programas de enriquecimiento y reprocesamiento tendrían acceso garantizado al combustible nuclear a precios razonables.

Mohamed ElBaradei, jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA), propone llevar aún más allá la internacionalización de suministros de combustible (de modo que todas las actividades de enriquecimiento y reprocesamiento estén bajo el control de la IAEA).

¿Cómo podría el mundo promover la energía nuclear civil sin una ulterior proliferación de armas?

Ese enigma constituyó el punto de partida para los redactores del Tratado de No Proliferación en la década de 1960, y ha cobrado nueva urgencia en la actualidad.

Existe un consenso cada vez mayor de que el poder nuclear es la mejor forma para que China e India se modernicen sin contribuir desastrosamente al calentamiento global.

John Ritch, jefe de la Asociación Nuclear Mundial, basada en Londres, afirma que para fines de este siglo el mundo necesitará 10.000 reactores nucleares civiles, comparado con los 440 existentes en la actualidad.

¿Cómo manejar esta explosión de energía nuclear y evitar al mismo tiempo un hongo nuclear? Ése es el telón de fondo de nuestro debate sobre India e Irán.

Graham Allison, de la Universidad de Harvard, dice a sus estudiantes que el tema nuclear iraní constituye una "crisis misilística cubana en cámara lenta", significando con eso que un cálculo erróneo de cualquiera de las dos partes podría tener consecuencias catastróficas para el mundo.

El famoso estudio de Allison de la crisis misilística, llamada "La Esencia de la Decisión", explica que el Presidente Kennedy logró impedir la guerra, gracias a su firmeza y a su flexibilidad.

Uno de los secretos de Kennedy, se podría decir, era el de una política de hipocresía estratégica (responder a un mensaje soviético constructivo, capaz de resolver la crisis, e ignorar un mensaje subsiguiente beligerante).

Occidente sigue esperando la llegada de un mensaje constructivo por parte de Irán.

Pero mientras éste no llegue, debemos aprender a vivir con una política que diga sí a India y no a Irán.

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