Incendio en el tren: Sobre Cromañón y las tragedias evitables

POR MARÍA LAURA VENTURA (*) Hace apenas unas horas se escuchó la misma justificación por parte de algunos diputados de la Sala Juzgadora a la hora de emitir su voto por la destitución del ahora ex jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra: "Ibarra no tiró la bengala, pero no estuvo cuando el estado estuvo ausente". El estado suele ausentarse, y no otorga los mecanismos básicos de seguridad. Esta tarde, un incendio ocurrió en el tren que se dirigía de Retiro a Mitre, a la hora de la salida de los colegios, y más de cien personas vivieron momentos de desesperación. Los martillos de seguridad para romper las ventanas, y la señalización indicando que había cables de alta tensión en las vías, brillaron por su ausencia. El lunes pasado ocurrió un hecho similar en la estación Tres de Febrero, y el 28 de febrero dos trenes chocaron. Estas son alerta que indican que Cromañón puede ocurrir todos los días, y que nada se hace para evitarlo.

Cromañón es un símbolo de la corrupción, de la inoperancia, y de cuán decadente es el estado a la hora de otorgarle algo básico a sus habitantes: seguridad.

194 personas murieron en Cromañón, en una tragedia que se podría haber evitado si los mecanismos de seguridad y de control hubiesen actuado como corresponde.

Cromañón es un símbolo, pero no es el único caso, y así como existen las tragedias, también ocurren milagros a diario, sin discusiones religiosas ni metafísicas mediante, sino ampliamente hablando. Me refiero a que todos los días, en el colegio, en el tren a la vuelta del trabajo, etcétera, se suscitan hechos en los que el estado está ausente y por algún factor llamado "suerte", la gente se salva.

Pero las autoridades son analfabetas a la hora de leer las señales que son justamente aquellas indispensables para prevenir una tragedia.
El 6 de marzo de 2006, pasadas las 17.30, un tren se dirigía de José León Suárez a Retiro y la formación comenzó a incendiarse. El 28 de febrero de 2006, alrededor de las 21.40 una formación de pasajeros con cinco vagones que se dirigía a José León Suárez embistió a los cuatro últimos vagones de un tren carguero de la empresa NCA que estaba esperando señal para avanzar sobre el puente. Hubo varios heridos.

Hoy, 8 de marzo de 2006, apenas 48 horas pasaron desde lo que próximamente se llamará "principio de incendio". Si algo ha dejado en el colectivo imaginario la tragedia de Cromañón, es el terror y la bronca. Créanme, cuando uno está encerrado en un lugar con cientos de personas y el lugar se incendia, no puede distinguir entre "principio de incendio" e "incendio". ¿Había fuego?. Sí. ¿Había humo? Sí. Suficiente para mí, a eso lo llamo incendio.

Me dirigiría desde la estación Carranza a la estación Belgrano R en un tren que se dirigía a Mitre (hasta Belgrano, el mismo ramal que José León Suárez y Mitre). Mi boleto (n° 335649) dice 16.17, pero cuando pude salir del tren eran las 16.50.

Un olor a quemado comenzó a hacerse notar y el conductor detuvo el tren y salió corriendo de la formación, quizá para apagar el incendio, no lo sé. El humo no me permitía ver.

¿En qué falló el Estado?¿En no leer la señales para evitar este hecho? Desde ya, pero, ¿en caso de desatarse un incendio sobre un tren, cuáles son las medidas que deben cumplirse, y cuáles son las que fallaron en una empresa que tiene desde hace trece años la concesión?

1.Los desesperados pasajeros corrieron del furgón al primer vagón y cerraron la puerta que separaba a las más de cien personas del incendio. Quisieron romper las ventanas con el martillo de seguridad. Pero el martillo estaba tan prolijamente colocado y con un precinto de seguridad tan aferrado a la pared, que los martillos se convirtieron en testigos más de los hechos.

2.Las puertas del tren no se abrieron en un comienzo, quizá porque las vías del tren están electrificadas. Pero a los quince minutos, los pasajeros las lograron abrir. Alguno de los presentes se acordaban de la electricidad y alertaban a aquellos que se disponían a bajarse de la formación.

3.Dos policías (solo dos) se acercaron al tren. Ellos advertían "¡Guarda!¡Guarda! ¡Que se quedan pegados!". La señalización falló. Los pasajeros ayudaban a bajar a otros, por supuesto desconocidos entre sí, que debían tener cuidado de no caerse sobre los cables de alta tensión a solo quince centímetros del tren. El tren se encontraba a 1 metro sobre el suelo, hecho por el cual no era buena idea simplemente arrojarse.

4.Haciendo slalom entre las ramas y los cables, los pasajeros (los más ágiles, la gente mayor y las madres con sus chicos esperaban ser evacuados) caminaban hacia un puente improvisado con troncos, pues al costado de las vías había agua podrida, de casi un metro de profundidad, un arroyo artificial alimentado por la tormenta del martes a la noche. Es decir, esta es la desidia de los terrenos al costado de las vías.

5.A modo de posta, una vez cruzado el puente, se sostenía el alambrado que había sido cortado por los pasajeros, para que el siguiente no se lastimase con las puntas.

6.Los bomberos llegaron junto con la policía, cuando casi la mitad de los pasajeros se habían autoevacuado.

¿Y si el incendio ocurría de noche? Los cables no se hubiesen podido ver. ¿Y si el incendio avanzaba a la formación de pasajeros?¿Y si estallaba el sistema eléctrico?¿Y si alguien pisaba los cables de alta tensión?

¿Y sí seguimos esperando hasta que ocurra la tragedia? Esta es, en mi opinión, la repuesta de las autoridades.

El viajar no es un placer, y no todos pueden ir en avión y evitar el tren, mal-parafraseando a Pipo Pescador y Charly García, pero la gente no tiene otro remedio. Y para culminar, recuerden pasajeros de tren que el próximo viernes, está anunciado un paro.
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(*)De la Redacción de U24 y pasajera del tren que se incendió.

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