Advierten que va al fracaso la veda a la exportación de carnes

El centro de estudios Ieral, de la Fundación Mediterránea, difundió un profundo documento explicando los graves errores de la política gubernamental sobre carnes vacunas. Una síntesis del trabajo es la siguiente:

Con la intención de frenar la suba que ha registrado su precio en las últimas semanas, el miércoles 9 de marzo el gobierno nacional tomó la decisión de suspender por 180 días las exportaciones de carne vacuna, sólo con excepción de aquellos envíos comprendidos bajo la Cuota Hilton.

Luego de resultar poco efectivas una serie de medidas tendientes a aplacar el precio de la carne, tales como la aplicación de derechos de exportación, la implementación de precios máximos, la determinación de un peso mínimo de faena y recientemente la creación de un registro de exportadores, el gobierno decidió prohibir exportaciones pensando en direccionar toda la oferta hacia el mercado interno.

El por qué de la decisión oficial y cuáles pueden ser sus efectos económicos son algunos de los aspectos que se discuten a continuación.

El disparador de la decisión oficial

El desencadenante de la decisión oficial ha sido la aceleración que ha tenido el precio de la carne en los últimos meses a nivel del productor.

El kilo vivo en el Mercado de Liniers se incrementó un 19% en lo que va de este año, superando en muy poco tiempo todo lo que había subido en el 2005 (18%).

Cuando la carne se incrementa en el primer eslabón de la cadena, los precios a nivel del consumidor final terminan subiendo, en una proporción que depende de la capacidad de cada agente del mercado de trasladar hacia delante estas subas.

En una economía en crecimiento y con fuertes presiones de demanda, estos traslados son prácticamente automáticos. En el caso del 2005, y este es un dato que sin dudas habrá tenido en cuenta el gobierno, las subas de la carne en Liniers se trasladaron más que proporcionalmente al consumidor final.

En efecto, mientras que el kilo vivo subió un 18% en Liniers, lo hizo en un 29% a nivel del consumidor final (para una muestra de seis cortes.

Y la carne no es un producto cualquiera.

En un país que consumió 62 kilogramos promedio per cápita de carne en el año 2005, su precio tiene indudablemente alto impacto en la economía familiar y consecuentemente es una variable muy sensible en términos políticos.

De acuerdo a estimaciones propias, el consumo mensual de carne de una familia tipo se lleva entre el 3% y el 9% del presupuesto familiar, según el nivel de ingresos que ostenta la familia.

Mientras más pobre la familia, mayor la incidencia, en función de que aún personas de escasos recursos ostentan un alto consumo per cápita de carne vacuna.

Puede deducirse entonces que una medida que baja el precio de la carne puede tener significativos efectos redistributivos de corto plazo.

Debe advertirse también una cuestión no menor relacionada al importante efecto que tiene la suba de la carne en el Índice de Precios del Consumidor (IPC).

La carne vacuna pondera con el 4.5% en la canasta de bienes que conforman el mencionado índice, por lo que por cada 10% de incremento de la carne, el IPC sube casi medio punto.

De aquí que la restricción a las exportaciones de carne, en la medida en que se vuelque más producción al mercado interno, contribuiría con la estrategia oficial de mantener el IPC en un rango mensual inferior al 1%.

Dejá tu comentario