LA PODA DE LA POLICIA FEDERAL

La inseguridad festeja las decisiones de Nilda Garré

Creer que la inseguridad la va a solucionar un gobierno que no la reconoce es tan infantil como desarmar la Policía Federal, frente a una delincuencia que sigue en aumento.

por JORGE HÉCTOR SANTOS

 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Creer que el Ejecutivo Nacional ha reconocido la inseguridad por haber creado el Ministerio de Seguridad resulta desde todos punto de vista un análisis superficial y fuera de toda realidad. Esa fue una decisión política tomada en momentos en que el asesinato del militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra, ponía en jaque a Cristina Fernández.
 
Luego de eso, la delincuencia y el narcotráfico se está haciendo un festín con la purga que Nilda Garré está haciendo de los altos mandos de una fuerza que por más dificultades que tenga no resulta nada diferente a los funcionarios políticos que componen el elenco que administra el Estado.
 
En un país sin justicia o con justicia manejada por el Poder Ejecutivo, la corrupción está instalada en todos los estamentos y las fuerzas de seguridad no son una excepción ni pueden serlo sino serían también diezmadas por ser honestas.
 
La policía está siendo triturada de la misma forma que fueron aniquiladas las fuerzas armadas por un gobierno que no pretende otra cosa que eso. La ciudadanía y su inseguridad, así como la falta de recursos de defensa no le importan al accionar de la presidente, ni por ende a sus ministros.
 
¿Alguien puede pensar que un país serio puede enfrentar una ola de inseguridad fuerte como la que vive la Argentina desarmando a sus fuerzas policiales y poniendo al comando de las mismas a personal inferior al cual le faltan años de adiestramiento y capacitación, sin maestros que son echados?

¿Puede un subcomisario de una comisaría de barrio, por ejemplo, saltar todos los escalones que son necesarios escalar para ponerse al mando de una función para la cual se necesitan una serie de requisitos que este ‘pichón’ no tiene?

 
¿Alguien puede suponer que la inseguridad se combate sacándole el arma a la policía de choque? ¿Alguien puede suponer que un policía dispara su pistola,  mata y va preso mientras que el delincuente que mata policías y civiles la mayoría de las veces ni siquiera es apresado?  
 
¿Alguien puede pensar que la policía no entra en determinados boliches, donde se ejerce la prostitución o el narcotráfico  porque el comisario está arreglado con los dueños del mismo? ‘La orden viene de arriba’, se dice en la mayoría de los casos. Pregunta: ¿Quién está arriba, solo el jefe de policía o también los políticos que manejan a este?  
 
La policía no es ajena a la mayoría de sus males pero no es la única responsable. ¿Tanta purga de cuerpos jerárquicos a quién beneficia? ¿Solo a los delincuentes? ¿Quiénes son los delincuentes que se benefician de semejante destrozo de las filas policiales como la que lleva a cabo Nilda Garré, y su amigo e ideólogo el periodista Horacio Verbitsky?
 
Mientras tanto, se habla desde el gobierno de mayor cantidad de policías en la calle ¿Dónde está la policía en la calle? La mayor parte de la Ciudad de Buenos Aires es tierra de nadie, no hay policía. La ciudad capital es una amplia región liberada para que el ciudadano salga con miedo de no regresar con vida a su casa.
 
¿Qué policías van a poner en la calle por no hacer más esa fuerza los pasaportes? ¿El personal  policial administrativo? Es una broma  de mal gusto frente a tantas víctimas que se vienen registrando a diario.
 
Así como la corrupción mata porque el dinero de los impuestos no regresa al pueblo en cosas esenciales que hacen a su subsistencia y a una vida digna; la inseguridad también mata y la inflación aniquila las posibilidades de vida de los más desprotegidos.
 
Todo lo que se está haciendo en materia de estos 3 flagelos es nada o es contraproducente, así que, ciudadano argentino, su destino está marcado: Ud. deberá seguir conviviendo con los principales males que lo aquejan, aunque las mentiras de los gobernantes lo quieran llenar de felicidad con estadísticas falsas o prohibidas si estas últimas expresan la verdad.

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