Hidrovías: Duras críticas a un servicio estratégico

En el pasado, Urgente24 ha ponderado en forma reiterada el servicio prestado por la empresa Hidrovías, que mantiene navegable un curso fluvial clave para el comercio exterior argentino. Pero, nobleza obliga, también aparecen críticas que no pueden ocultarse aún cuando Urgente24 no las comparta. El autor, abogado conocido por haber denunciado al matrimonio Kirchner, es titular de la organización no gubernamental Ariel y publicó lo siguiente en la web Informador Público.

CIUDAD DE BUENOS AIRES ( Informador Público). Los negociados tipo K siguen a la orden del día, no importa si tienen que ser compartidos con otros supuestos opositores, sean peronistas anti K o radicales.
Para la gran mayoría de los habitantes del país el medio de transporte más común transcurre a través de autovías, por eso muchas veces nos preocupamos por los peajes que deben pagarse al utilizar las vías terrestres de comunicación. Ya hemos advertido una generosa modalidad K de subsidiar a las empresas concesionarias de los peajes por las rutas del país.
Pero la gran mayoría de la población ignora qué sucede en las vías fluviales, es decir, en los canales navegables o hidrovías. Este singular sector parece reservado a un sector VIP del empresariado argentino, pues siempre queda en las mismas manos. Sea cual fuere el color del gobierno de turno, lo cierto es que nunca hubo grandes problemas al repartir las concesiones de esta actividad. El gran secreto podríamos encontrarlo en la mutua complacencia de quienes digitan las concesiones sin licitación.
El diario Clarín, en su edición del sábado 23 de enero de este año, publicó una nota del periodista de investigación Martín Bidegaray, donde daba cuenta de la concesión de la Hidrovías sin licitación, la cual vencía en 2013 pero fue prorrogada por 8 años más, garantizando el negocito hasta el 2021.
Allí se recordaba que por las aguas del río Paraná pasa el 82% de las exportaciones agropecuarias del país. Cerca de US$18.000 millones se exportan desde esa vía cuya concesión está en manos de Hidrovías, una compañía del empresario local Gabriel Romero (que también maneja el Ferrocarril Belgrano y otros servicios públicos) y la belga Jan de Nul.
De bajo perfil y buena llegada a radicales y peronistas, Romero se adjudicó junto con su socio la licitación en 1995, bajo el gobierno de Carlos Menem. La concesión caducaba en 2013, pero ahora el Gobierno nacional decidió prorrogarla.
El empresario, de buena llegada a los Kirchner, podrá seguir haciendo negocios por 8 años más, hasta 2021, sin tener que ganar una nueva licitación. Así, Hidrovía seguirá facturando US$114 millones anuales, monto que recibe por los peajes que abonan los barcos que pasan por el río.
Durante los próximos 3 años, la compañía volverá a recibir un subsidio estatal anual de US$37,5 millones. Será para que pueda extenderse desde el puerto de Santa Fe hacia el norte. En ese lapso, no podrá aumentar las tarifas.
La licitación de Hidrovías fue investigada judicialmente en 2001, bajo la acusación de que podría haber sido perjudicial para el Estado. "Tuvimos cuatro años de auditorías, con todos los libros a la vista y en 2008, la Justicia nos sobreseyó", sostienen en la empresa.
A la luz de los resultados de la actividad judicial, esa afirmación podría resultar cándida. También se sobreseyó al matrimonio presidencial por mi denuncia ante el enriquecimiento evidenciado en sus declaraciones juradas 2008, por parte del juez Norberto Oyarbide.
Un Estado que permite negocios privados subsidiando a los concesionarios distrayendo millonarios fondos del erario público está condenado a naufragar su economía, aunque a veces se vayan utilizando fondos del Tesoro, del Banco Central o de los jubilados, como viene aconteciendo. Además de ruinoso resulta inmoral.
Obviamente esto no les quita el sueño a los beneficiarios de esos descontrolados negociados, quedando garantizada la impunidad cuando detrás están tanto peronistas como radicales.
Algo semejante al caso de los 'ñoquis en el Concejo Deliberante' de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que supo tener entre sus protagonistas a ediles y funcionarios de esas mismas fuerzas políticas supuestamente antagónicas que se sentaban a la misma mesa para disfrutar del millonario festín.

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