A un año de la derrota del kirchnerismo

Un año después de la elección legislativa del 28 de junio, cabe preguntarse qué escenarios se abren en la política argentina hacia adelante.

CIUDAD DE BUENOS AIRES ( NuevaMayoría). A un año de la elección legislativa del año pasado, cabe preguntarse qué escenarios se abren en la política argentina hacia adelante. 
Desde el reestablecimiento de la democracia en 1983 han existido tres liderazgos políticos muy claros: Alfonsín fue el líder en los ochenta, Menem en los noventa y Kirchner en la primera década del siglo.
Analizándolos en forma comparada, puede encontrarse en los tres casos una primera etapa de consolidación del poder, después una de apogeo o hegemonía y finalmente una tercera de declinación. En los dos primeros, las derrotas electorales de 1987 y 1997 marcaron el inicio de la etapa de declinación del ciclo, como probablemente el resultado del 2009 marque el inicio del mismo en cuanto al kirchnerismo.
Pero una etapa de declinación no implica la desaparición de la política ni mucho menos. Alfonsín inicia su declinación en 1987, y seis años después gesta el Pacto de Olivos; diez años más tarde organiza la Alianza que derrota al peronismo y participa catorce años después en la alianza con Duhalde que sustituye a De la Rúa cuando cae. Menem inicia la fase declinante de su ciclo en 1997, pero seis años más tarde queda primero en la elección presidencial de 2003, aunque debe renunciar a competir en la segunda vuelta. 
En cuanto a Kirchner y su vocación de retener el poder, se plantean tres escenarios: que pierda la elección en 2011 y no retorne al poder en 2015; que pierda y que retorne entonces, o que gane en 2011. Son las tres, pero pienso que es poco probable un triunfo en 2011, aunque en política nada es imposible. Para ganar la elección, ante todo Kirchner tendría que reconciliarse con el campo. Ello es posible, pero creo que poco probable. 
Kirchner tiene hoy un tercio de los votos aproximadamente y dos tercios van a la oposición. La situación es muy similar a la registrada un año atrás. Ello no ha cambiado con cierta recuperación en los sondeos, que además es limitada. La combinación de efecto Bicentenario con la mejora del consumo y el Mundial de Fútbol crean una situación particular. Esta combinación de los tres factores no se mantendrá durante un año y medio hasta las elecciones de octubre del año próximo.
En cuanto al candidato del oficialismo, en política nada es seguro. Es muy probable que el kirchnerismo se presente con una alternativa propia. Hasta hoy es Kirchner, pero no se puede descartar que sea Cristina, ni tampoco que sea alguien como Scioli, aunque hasta el momento desde el kirchnerismo los voceros más caracterizados hablan del ex Presidente. 
Pienso que entre Cristina y su marido no hay una diferencia electoral importante, más allá de algunas diferencias en la imagen. El real cambio de escenario sería si el kirchnerismo optara por alguien como Scioli, quien podría captar votos no-kirchneristas, aunque también podría perderlos desde el ala izquierda de este movimiento. 
En cuanto a la oposición, está dividida en dos ejes en proceso de reorganización: PJ Federal y Acuerdo Cívico y Social. La situación desde esta perspectiva es la misma que un año atrás. La cuestión es cuál de las dos alternativas va a representar más el voto contra Kirchner. En 2009, en la provincia de Buenos Aires, lo representó más el peronismo disidente con Narváez, pero en la suma nacional de votos el Acuerdo Cívico y Social tuvo más sufragios. Acercándose la elección, el votante suele hacer un voto útil o práctico, optando por aquella alternativa que ve con más posibilidades de impedir el triunfo de quien no quiere que gane y esto sucederá el año próximo, en mayor o menor medida.
Faltan 14 meses para la interna del PJ y todavía no está la reglamentación de las internas abiertas. En consecuencia, muchas cosas pueden pasar. La posibilidad del peronismo disidente de competir está en convencer a todos quienes no quieren que gane Kirchner -en estas internas votan obligatoriamente los no afiliados-, que impedir que el ex Presidente gane nuevamente si se lo derrota en la interna. Pero hasta ahora, la opinión dominante en la disidencia peronista es la de Duhalde de no concurrir. 
Respecto a Alfonsín, es posible su triunfo pero por ahora no es el escenario más probable. Primero debe ganar la interna contra Cobos y después  convencer al electorado independiente de que puede dar mayor gobernabilidad que el PJ Federal o Disidente y este es el gran desafío que no parece fácil de resolver. En una hipotética segunda vuelta Kirchner contra Alfonsín, el primero no satisface la vocación de cambio que hoy tiene la sociedad, pero puede dar garantías de gobernabilidad. Con el segundo sucede lo contrario. Puede dar garantía de cambio, pero no de gobernabilidad por su falta de experiencia y los fracasos anteriores de los gobiernos radicales.
En cuanto a Cobos, era el único candidato radical hasta el triunfo de Alfonsín en Buenos Aires. Hasta entonces, era el candidato con mejor imagen y el opositor con más intención de voto. La cuestión es que ahora el Vicepresidente tiene un escenario más incierto, pero también lo tiene el radicalismo.
En un año y medio hasta las elecciones de octubre del 2011 muchas cosas pueden cambiar, pero lo más probable es que la derrota electoral de 2009 haya iniciado la fase declinante del ciclo Kirchner, aunque éste siempre redoblará la apuesta y se las arreglará para seguir vigente en la política, como sucedió en el pasado con Alfonsín y con Menem.

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