DESPUÉS DE LA FERIA DEL LIBRO

Vargas Llosa: "El Gobierno argentino está orientado en una dirección muy peligrosa"

¿Y qué dirá Mario Vargas Llosa de su visita a la Argentina cuando no habla con medios argentinos?

por CARMEN DE CARLOS 

 
 
MADRID (ABC). Mario Vargas Llosa está contento. El premio Nobel inauguró el día anterior la Feria del Libro de Buenos Aires. Lo hizo, pese a "las advertencias de que podía haber manifestaciones hostiles", en paz. 
 
"La gente ha sido extraordinariamente cordial. La convocatoria atrajo a una multitud, aunque supongo que muchos vinieron por el morbo del escándalo y la posibilidad de asistir a un espectáculo". La reflexión de Vargas Llosa viene a cuento del intento de boicot de un grupo de intelectuales kirchneristas, encabezados por el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González. 

"No, no le conozco. Tampoco a los otros. Creo que son más ensayistas, más sociólogos que creadores", responde cuando se le pregunta por los censores frustrados.
 
—¿Imaginó alguna vez que intentarían vetarle en la Feria del libro de Buenos Aires?
 
—Nunca. Para mí fue una sorpresa el manifiesto de los "intelectuales k" pidiendo que me "desinvitaran". Ese gesto desnaturalizó la convocatoria y me obligo a contestar. No tenía previsto pronunciar un discurso con connotaciones políticas, pero esa provocación, el intento de censura, me obligó a cambiar los planes. Era inaceptable.
 
—La cordialidad y el afecto con los que le recibieron ayer (por el jueves 21/04) en la Feria estuvieron precedidos por la mañana de nuevas descalificaciones del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. El jefe de Gabinete, Anibal Fernández, calificó de "estupideces" sus opiniones políticas y las de Fernando Savater.
 
—Estoy honradísimo de ser insultado con Fernando. Le quiero y le admiro mucho. Comparto al 100% sus ideas democráticas.
 
—En su discurso le sugirió a Cristina Fernández de Kirchner que siguiera los pasos de democracia y tolerancia que comenzó a dar al pedirle a González que retirase su veto de la Feria.
 
—Primero le agradecí su intervención. Luego dije que me gustaría que sus partidarios se contagiaran de esa idea a favor de la libertad de expresión y también que guíe su propia conducta como gobernante.
 
—¿No hay retractación sobre el Gobierno argentino, como insinúan algunos medios oficialistas?
 
—No me retracto absolutamente de nada. Lo cortés no quita lo valiente. Procuro guardar las formas pero mis convicciones son absolutamente las mismas de ayer y de hace un mes. Desgraciadamente, no tengo ningún motivo para cambiar de opinión. El Gobierno argentino está orientado en una dirección muy peligrosa sobre todo en el campo de la libertad de expresión.
 
—¿A qué atribuye que, como dijo en la Feria, a América Latina le cueste discernir entre realidad y ficción?
 
—Creo que viene de la colonia. La Inquisición prohibió que se publicaran novelas en América Latina durante 300 años. Al hacerlo, consiguió que la ficción impregnara toda la vida. Eso trajo enormes beneficios en la literatura, la pintura, la música y en todos los terrenos de lo creativo, donde América Latina ha sido siempre muy original. Pero, en política, las consecuencias han sido catastróficas. Ha favorecido utopías con efecto contrario al deseado: pobreza, desigualdad, corrupción... El populismo es una de esas irrealidades.
 
—¿Ese escenario es el que va a tener Perú con Ollanta Humala o Keiko Fujimori tras las elecciones de junio?
 
—No, espero que no. Si gana Keiko será el regreso de una dictadura corrupta y sanguinaria. Por eso votaré por Humala. Sí, hay un riesgo al votar por él. En las elecciones anteriores se sentía muy identificado con Hugo Chávez, que es un dictador que está llevando Venezuela a la ruina, pero ahora ha moderado muchísimo su discurso y dice que está cerca de Lula y del modelo de Brasil.
 
—¿Y se le puede creer?
 
—Si las fuerzas democráticas le rodean pueden contribuir muchísimo a que ese cambio sea verdad. Mi esperanza es que el apoyo democrático contribuya a centrar a Humala… Ahora, que hay un riesgo, hay un riesgo.
 
—¿Cómo explica que Perú se encuentre en la encrucijada de tener que optar por Humala o Keiko?
 
—¿De quién es la culpa de haber llegado a esa insensatez? Las fuerzas democráticas se dividieron, se destrozaron entre ellas y abrieron las puertas a los extremos. La enorme responsabilidad es de los tres candidatos (Alejandro Toledo, Pedro Pablo Kuczynski y Luis Castañeda), que representaban la continuidad del modelo que ha traído tantos beneficios a Perú. Su visión fue tan pequeñita, egoísta e insensata que muestra hasta qué punto todavía en América Latina cuesta discernir entre realidad y ficción. Una semana antes de las elecciones hubo un intento de gente de clarísimas credenciales democráticas para reunir a los tres. Fue inútil, ninguno estuvo dispuesto. Si se hubiera producido esa reunión y aceptado el principio de que había que hacer un sacrificio para impedir que se llegara a esa disyuntiva de extremos, el escenario sería otro. Ahora ya no tiene sentido llorar o lamerse las heridas. Hay un problema y hay que tomar una decisión: ¿Qué es preferible Humala o Keiko?
 
—¿Deben pagar los hijos por los pecados de los padres? ¿No le da un voto de confianza a Keiko Fujimori?
 
—¿Cómo confianza? Su primer y segundo candidato a vicepresidente (Jaime Yoshiyama y Rafael Rey) son responsables y representan las peores decisiones del Gobierno impostor que ellos fabricaron el 5 de abril del '92 (autogolpe de Fujimori). Keiko está rodeada de la dictadura en pleno de su padre. Nunca ha hecho el menor intento de separarse de lo que significó ese régimen sanguinario que hizo desaparecer a miles de personas. Por el contrario, lo reivindica. Ella es lo peor. Votarla es votar para que abran los calabozos y gobiernen los asesinos y los corruptos.
 
—¿Por qué hace público su voto?
 
—Espero convencer a algunos peruanos. No sé cuántos me escucharán. Tal vez ninguno, pero si algunos lo hacen, por pocos que sean esos votos contra el retorno de la dictadura, habrá merecido la pena.

—¿Qué opina de las declaraciones de José María Aznar en las que dice que Gadafi es "un amigo de Occidente"?
 
—Se ha equivocado garrafalmente. No puede ser amigo de Occidente un señor que ha volado aviones con pasajeros. Ese es un terrorista. No me explico cómo se puede defender la herencia de un criminal, de un asesino enloquecido como es Gadafi. Me cuesta trabajo creer que Aznar, un demócrata y un hombre inteligente, lo haya dicho. No lo entiendo. La OTAN está haciendo lo que tiene que hacer.
 
—El Gobierno también le vendía armas a Libia y el presidente Rodríguez Zapatero hasta hace poco se fotografíaba con Gadafi.
 
—Siguen una política equivocada. Las democracias deben atacar a los dictaduras y solidarizarse con sus víctimas y sobre todo con quienes luchan por librarse de ellas.
 
—¿Está de acuerdo con la intervención de los aliados en Siria?
 
—Apoyo totalmente las decisiones de Naciones Unidas de solidarizarse con los rebeldes que defienden principios democráticos. Respaldo que la ONU quiera para Libia la democracia que hay en España, Francia o Gran Bretaña.
 
—¿Qué necesidad tiene de estar en primera línea de fuego de las polémicas?
 
—Necesidad ninguna, pero es mi obligación y define mi carácter. El escritor, el intelectual, debe participar en el debate cívico. Es parte de su responsabilidad defender lo que cree que vale la pena ser defendido. No busco ni me gustan los escándalos pero defiendo con entusiasmo mis convicciones. Lo he hecho toda mi vida, es mi manera de ser.
 
—¿Le ha cambiado mucho la vida desde que recibió el premio Nobel?
 
—(Sonríe) Pierdes totalmente la libertad, te conviertes en un objeto de curiosidad pública y eso te limita extraordinariamente la iniciativa. No puedes ir a ciertos lugares, no puedes salir… Además, hay una solicitación mediática permanente. Estoy impaciente de que venga el próximo premio Nobel a relevarme de estos trabajos.
 
—¿Con qué disfruta más: con el periodismo o con la literatura?
 
—Fundamentalmente soy un escritor pero disfruto mucho con el periodismo, que es una fuente riquísima de conocimiento de la realidad. Me ha dado temas y personajes que he aprovechado muchísimo. No puedo separar ambas cosas. El periodismo es una manera de estar siempre en contacto con la realidad viva. Debe alimentar la idea de la literatura. No me seduce la literatura confinada en bibliotecas o pura fantasía. Me gusta más la literatura con raíces en el mundo real y la historia viva. Eso, en gran parte, se lo debo al periodismo.

Dejá tu comentario