Kirchner necesita 'conseguir la interna' en el PJ pero... no puede

¿Y qué ocurre si Néstor Kirchner no consigue atraer a otros peronistas a la competencia interna en el Partido Justicialista? ¿Cómo queda Kirchner, presidente del Consejo Nacional del PJ dividido en la realidad? Es un tema fundamental para el año electoral 2011, y hasta ahora, Kirchner no lo consigue. El kirchnerismo transversal cuestiona esa preocupación pero el fantasma de 2009 existe.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Por ahora, Néstor Kirchner permanece en la impotencia que lo remonta al fracaso electoral 2009.
Porque Kirchner quiere -más bien él necesita- cohesionar al Partido Justicialista que preside, no solamente para legitimarse en el PJ sino para lograr que no se repita el escenario electoral que le fue adverso.
El PJ fue dividido a las urnas en 2003, en 2005, en 2007 y en 2009.
En 2003, Kirchner fue un beneficiario de que no hubiese elecciones internas en el PJ -las mismas que ahora reclama- porque hubiese perdido a manos de Carlos Menem.
Kirchner llegó al poder gracias al odio de Eduardo Duhalde contra Menem... expresado en la asistencia fragmentada del PJ a las urnas.
En 2005, Kirchner promovió que el PJ fuese dividido a las urnas porque necesitaba demostrar que los Duhalde ya eran pasado. Que el PJ estaba con los Kirchner.
Era más interesante que Cristina de Kirchner derrotara a Hilda de Duhalde en un comicio nacional y no en internas partidarias.
Además, quedaban los 3 bancas para el peronismo y ninguna para el no peronismo, y eso siempre sería valioso para exhibir en la interna del PJ.
Porque a Kirchner le preocupa mucho el 'universo PJ', que sigue siendo su marco de referencia, mal que le pese al kirchnerismo no peronista, a los 'transversales' que sienten que, cada vez que hay elecciones, Kirchner se aleja de ellos para abrazar al peronismo.
O a lo que él entiende por peronismo, que es el peronismo que puede comprar.
Kirchner necesita la elección interna en el PJ, y que el PJ tenga una lista única en el comicio 2011, pero hasta ahora sus supuestos logros en la economía y en el freno a la oposición legislativa y en las negociaciones bilaterales con Uruguay y en otros temas de la Agenda K, no alcanzan para cubrir esa necesidad insatisfecha.
Kirchner lanza a Sergio Massa contra Daniel Scioli porque busca forzar la contienda. Y se ilusiona pensando que en Santa Fe también ya tiene logrado ese objetivo.
Pero hasta ahora no funciona según él lo ambiciona.
De todos modos, aqui van algunos recortes dominicales:
Mauricio Maronna en el diario La Capital, de Rosario, Santa Fe:
"(...) Agustín Rossi había inaugurado una especie de nuevo capítulo cuando habló de la chance de establecer un programa mínimo de coincidencias para participar de la interna, dejando para el ganador la luz verde necesaria "para darle la impronta propia".
 
Por primera vez, el titular de la bancada oficialista en la Cámara de Diputados de la Nación evitó atalonarse en su habitual posición de mínima.

"Si el Peronismo Federal va por afuera del PJ nacional, que se olvide de una interna en Santa Fe", repetía Rossi hace algunas semanas. En los últimos días su posición parece haberse flexibilizado.
Desde el reutemismo, el senador provincial Ricardo Spinozzi y el diputado nacional Carlos Carranza (ambos de indudable pertenencia reutemista) también se mostraron favorables a esa opción.
 
Claro está que no los une el amor sino la necesidad de evitar despejarle el terreno al Frente Progresista. Aunque en la constelación gobernante falte resolver quiénes serán los candidatos y cómo se dirimirá la competencia entre radicales y socialistas, pocos pueden dudar de la continuidad de la coalición.

Rossi sostiene que la salida de Carlos Reutemann del escenario 2011 abre las compuertas para el acuerdo, merituando una realidad nacional que día a día va llenando de dudas a los anti K enrolados en el espacio del senador nacional y de Jorge Obeid. ¿Qué pasará con ellos si al ballottage arriban Cristina o Néstor y un dirigente que no represente al Peronismo Federal?
(...) Hay un escenario que a los peronistas federales santafesinos les produce escalofríos pero que empiezan a lucubrar. Si a la segunda vuelta llegan Cristina o Néstor con Ricardo Alfonsín (o Julio Cobos), el espacio anti K se quedará huérfano. La Casa Rosada abrirá todas sus puertas para arropar nuevamente a los disidentes.
 
Esta conjunción comienza a repiquetear en los oídos de los perceptivos peronistas locales pero, debe decirse, encierra también la cola de un huracán: Santa Fe y Córdoba son los dos Estados más refractarios al kirchnerismo.

Se vislumbra con más claridad en Rosario. El peronismo no tiene chances de desbancar al Partido Socialista si se produce fuga de votos, pero los independientes que muestran hoy cansancio con los más de 20 años de administración del socialismo jamás direccionarán su voto a algo que huela a kirchnerismo. (...)".

Horacio Serafini en el diario La Voz del Interior, de la ciudad de Córdoba:
"(...) Kirchner mismo hizo un sinceramiento feroz de la situación en su discurso (...): "No puede ser una lucha dirigencial lo que viene cuando de lo que se trata es de profundizar el modelo. No importa el posicionamiento personal de los dirigentes sino estar adentro".
El mensaje tuvo como destinatarios a dos sectores claves en la estrategia electoral kirchnerista, hoy en semiabierta pelea: los convocantes del acto, la CGT encabezada por Hugo Moyano en alianza con el Movimiento Evita de Emilio Pérsico, de un lado; y de otro, los intendentes del Gran Buenos Aires. Ni más ni menos, bandos de pesos pesados, al ataque los primeros, en retaguardia los segundos.
Desde su doble juego de "dos pasos para adelante y medio para atrás" -definición de un kirchnerista bonaerense- en los asuntos laborales (paritarias, impuesto a Ganancias), Moyano va por la jefatura del PJ bonaerense en tanto vice, frente a la salida de escena de Alberto Balestrini, y por la candidatura a gobernador.
Eduardo Duhalde mete púa: ayer dijo que Kirchner no quiere a Moyano en el PJ porque "no es manejable". Son objetivos de máxima que, aun cuando no los logre, posicionarán a Moyano para morder una fuerte cuota de poder (candidatos a diputados) en 2011, camino a su confesada construcción de un proyecto presidencial.
De aliado tiene a Pérsico, el dirigente de la organización social con mayor control territorial bonaerense, a partir del manejo presupuestario de los planes asistenciales. Opera así como una cuña metida en las fortalezas de los intendentes granbonaerenses.
En medio de estas contradicciones, Kirchner está obligado a demostrar si tiene dotes de gran conductor. De que "todos jueguen adentro" dependerá la suerte de su continuidad (...)".

Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:
"Néstor Kirchner ha vuelto a la caza de su ex jefe de Gabinete. Alberto Fernández fue frecuentado los últimos meses por un emisario de la Casa Rosada. Ese emisario transmitió mensajes de conciliación aunque no resultó convincente. La última semana, un poderoso intendente del conurbano también buscó comunicarse – sin éxito– con el ex funcionario kirchnerista.
El pretendido retorno de Alberto Fernández al universo oficial se inscribe en un plan amplio de necesidades políticas y electorales que tiene el ex presidente para sostener su candidatura. Lo persigue ahora una sombra que le provoca un frío medular: la posibilidad de que la interna del PJ, pensada sólo para catapultarlo, comience a ser vaciada por el peronismo.
Los disidentes pretenden construirle una interna paralela para desafiarlo luego en la elección general.
Eduardo Duhalde confirmó que no intervendrá en la compulsa kirchnerista. Lo mismo había comunicado Felipe Solá que, en su reciente paso por Mendoza, capturó la adhesión del vicegobernador peronista de Cuyo. Alberto Fernández acostumbra frecuentar a un lote de gobernadores e intendentes que se mantienen todavía atrapados por la duda.
El objetivo de Kirchner sería coagular otra hipotética sangría.
El ex jefe de Gabinete compartió hace semanas un asado de tres horas con Sergio Massa. El intendente de Tigre fue de inmediato invitado a Olivos, donde Kirchner lo instó a participar en las internas, incluso para competir contra Daniel Scioli por la gobernación de Buenos Aires. Se trata de un juego de verdades a medias: es tan cierto que los quiere compitiendo, como poca la confianza que le dispensa a ambos.
Kirchner ha comenzado también a recorrer el conurbano apartado donde en el 2009 tuvo sorpresas. Hizo un acto en Esteban Echeverría con el intendente Fernando Gray, que cosechó en las legislativas más votos que él.
Gray fue un tiempo funcionario de Alicia Kirchner e intenta una gestión diferenciada: su administración –en la adjudicación de licitaciones– está sometida a los controles de Poder Ciudadano, encargada de detectar problemas de transparencia.
La irrupción de la hermana Alicia en tierra bonaerense tiene relación con el objetivo del ex presidente de alambrar al peronismo. La decisión de concederle a Hugo Moyano el control del partido en la provincia también. No se trata de ninguna receta novedosa en la concepción que Kirchner posee de la práctica política.
La ministra de Desarrollo Social se encargará de manejar y distribuir, según las conveniencias, los abundantes fondos de ayuda social que maneja. El líder de los camioneros será empinado para otro tipo de pelea . A los dirigentes de la oposición se les hace difícil hacer campaña en un distrito donde son escrachados o borrados de cualquier publicidad callejera. (...").

Eugenio Paillet en La Nueva Provincia, de Bahía Blanca:
"(...) La otra batalla es, decididamente, interna. Kirchner sabe que no saldrá indemne de su desafío mayor, que es retener en 2011 la provincia peronista por excelencia y la proyección en términos de porcentajes de votos que aporta a la causa mayor de volver a la presidencia o conseguir la reelección de su esposa (una definición que está por verse) si primero no resuelve el fuerte revulsivo que experimenta ahora mismo su tropa.
La tenaz resistencia de los intendentes del Conurbano a permitir que Hugo Moyano se quede con la titularidad del PJ provincial, y la encrucijada de K entre atender esos reclamos o defender al camionero, sin arriesgarse con esto a que el poderoso dirigente termine por volverse en su contra, es hoy un desafío enorme que gasta horas y horas de análisis de laboratorio y alquimias varias en las oficinas donde se arman las estrategias. Decir que los barones del Gran Buenos Aires y el líder de la CGT han puesto a Kirchner entre dos fuegos, en momentos en que necesita tener a toda la tropa unida, no es antojadizo. Lo admiten también fuentes oficiales, en diálogos reservados.
Kirchner tuvo que retroceder en una decisión que tenía tomada y que, a juicio de los intendentes en pie de guerra, es una grave concesión a Moyano, como era la de crear una comisión de acción política que gobierne el peronismo provincial, mientras se extienda en el tiempo la recuperación física de Alberto Balestrini. El diputado nacional Jorge Landau terminó por echar leña a la hoguera, cuando dijo que los reglamentos internos avalan el reclamo del titular cegetista de asumir la conducción del PJ bonaerense en su condición de vicepresidente primero del PJ bonaerense.
El ex Presidente sabe como pocos que esa es una jugada que puede terminar más temprano que tarde por depositar al hombre a cuyo poder de fuego más le teme en la carrera por la gobernación en 2011. Y no encuentra la forma de frenar esa estrategia sin exponerse a las clásicas represalias del pope sindical.
La salida ha sido mandar a todos los que quieran hacerlo a jugar en la Provincia con candidaturas reales o supuestas, para gobernador o vice, con el objetivo declarado de prepararse a dos puntas para aquellas batallas que se vienen. Sin exagerar, puede afirmarse que Kirchner ha avalado aventuras en pos del sillón de Daniel Scioli, o del convaleciente Balestrini, de ministros como Aníbal Fernández, Florencio Randazzo y Amado Boudou, o de intendentes como Sergio Massa y el platense Pablo Bruera, así como bendijo el desembarco de su hermana Alicia en la Provincia, a través de la corriente política que la funcionaria solventará con los 13.000 millones de pesos de caja que maneja desde el ministerio de Desarrollo Social.
Otra vez se dice que Scioli ha puesto el grito en el cielo por todas esas movidas. Algunas las considera un avasallamiento directo a su autoridad y a sus esfuerzos por enderezar una provincia todavía con enormes bolsones de pobreza e inseguridad. Cree ver, por momentos, la perversa intención de Kirchner de querer marcarle la cancha, o de encorsetarlo con la designación de un candidato a vice con sello de la Casa Rosada, si el mandatario bonaerense todavía se sale con la suya de avanzar con el único proyecto político que lo anima por estas horas, que es buscar la reelección por otros cuatro años en el sillón de Dardo Rocha.
En esa misma dirección, plagada de celos y desconfianza, anota las versiones más estrambóticas que corren, y que no tienen que ver con un deseo de Kirchner de volver a compartir la fórmula presidencial que los consagró el 25 de mayo de 2003. Se trata de comentarios según los cuales el santacruceño lo obligaría a dejar la provincia para desembarcar con una candidatura a jefe de gobierno porteño. No estaría errado Scioli si diera crédito a esas especies de pasillo: a Kirchner se le ha escuchado decir, una de estas noches de tertulia en Olivos, que si el ex motonauta se presenta en la Capital Federal, "no hay quién le pueda ganar". Y eso incluye, en la visión del ex presidente, a los candidatos que rayen por parte del macrismo, sean el mismo Mauricio Macri o Gabriela Michetti, o Pino Solanas, con su Proyecto Sur.
Sensaciones contrapuestas se han mezclado, en las últimas horas, en Olivos y la Casa Rosada. Por un lado, la satisfacción por una noticia que se repite, y que es el crecimiento de la imagen de Kirchner y de su esposa, a la par de una percepción ciudadana según la cual el votante medio no está dispuesto a dar saltos al vacío ni a volver a experiencias pasadas, y, en todo caso, privilegia en sus opiniones la capacidad de hacer y de gestionar del gobierno, frente a los esfuerzos de una oposición atrincherada en el Congreso, pero con serios problemas para presentar un programa confiable en cualquiera de sus dos o tres vertientes. En ese análisis han coincidido, en las últimas horas, consultores como Hugo Haime y Eduardo Perechodnik. (...)."

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